Un amado villancico navideño me recuerda uno de mis mensajes favoritos, el del tierno amor de Dios por todos nosotros, el cual no es solo para Navidad, sino que trae curación e inspiración durante todo el año.
El villancico comienza mencionando la quietud del “pueblo de Belén”, y puede sentirse una callada admiración. Una versión de esta canción termina diciendo: “doquier encuentre humildad, / el Cristo entrará” (Phillips Brooks, Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 222).
Para mí, esto es tanto una oración como una promesa. Cuando somos mansos y receptivos, podemos sentir este mensaje del Cristo mostrándonos el tierno amor de Dios, que Cristo Jesús expresó tan plenamente. Viene a nuestro pensamiento y nos eleva. Y esto no solo es cierto para unos pocos; todos tenemos la oportunidad de aprovecharnos de este grandioso obsequio del Cristo.
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