Acostada en la cama no era la forma en que había planeado pasar los días antes de Navidad. Pero mientras mi familia estaba abajo disfrutando del partido de fútbol americano y preparando la comida juntos, yo estaba sola en mi habitación, acurrucada debajo de las mantas. No solo me sentía mal, sino que también sentía lástima de mí misma, porque los planes para esta Navidad no habían resultado como yo inicialmente esperaba.
Había tenido curaciones tanto de problemas físicos como emocionales al orar como enseña la Ciencia Cristiana. Así que mientras estaba en la cama, leía la Lección Bíblica semanal de la Ciencia Cristiana (que se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana), tratando de aprender más acerca de Dios y Su amor por mí, y buscando la inspiración que me ayudara a orar. La cuestión era que la Lección no me inspiraba porque yo estaba pensando demasiado en lo mal que me sentía.
Después de una hora o algo así mi hermano vino a verme. Para ser sincera, yo esperaba que él se lamentara por mi situación. En cambio, me sugirió que yo podría aprovechar mejor el día yendo abajo y sintiéndome agradecida por todo el bien que veía. Yo sabía que él estaba pensando en la gratitud como una especie de oración en acción, una que me permitiera apreciar la bondad de Dios y disfrutar de algunas de las actividades familiares al mismo tiempo.
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