Cuando trabajaba en un sitio que requería estar más tiempo parado y caminando que sentado, empecé a notar llagas en la parte inferior de ambos pies. Casi al mismo tiempo, percibí que un colega me había estado causando muchas dificultades innecesarias. Después de un par de años, las llagas seguían allí, y la dificultad entre mi colega y yo continuaba.
Una noche, al darme cuenta de que mis oraciones no habían sido eficaces y que aun deseaba sanar, me puse a escuchar una cinta de audio de un programa de radio de la Ciencia Cristiana. Una mujer contó que su hija se había rebelado y había seguido el camino del mundo, dejando su hogar a una edad temprana. Esta madre había orado y orado, tanto como yo por mis dificultades, pero en vano. Fue a una reunión de testimonios un miércoles por la noche en su filial de la iglesia de Cristo, Científico, y una amiga de confianza estaba sentada a su lado. La madre le preguntó a esta amiga si podía hablar con ella después de la reunión. La amiga, por supuesto, consintió. La madre se desahogó y le contó la angustia que sentía, y le preguntó si sabía qué más podía hacer. La amiga escuchó en silencio y luego le dijo que tenía que perdonar a su hija. La madre respondió que ¡ya la había perdonado! Pero la amiga le pidió que pensara un poco más acerca de esto.
Después que se despidieron, la madre, aparentemente al borde de la desesperación, clamó con humildad a Dios para que le mostrara qué era lo que necesitaba entender para sanar la situación. Entonces escuchó un mensaje angelical que le dijo: “Hay una diferencia entre suprimir la mala voluntad en nombre de ser cristiana y el perdón científico del Cristo”. La madre vio la sabiduría de este mensaje y cambió su pensamiento para expresar un perdón más genuino hacia su hija, quien después de esto, regresó a casa.
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