Cuando trabajaba en un sitio que requería estar más tiempo parado y caminando que sentado, empecé a notar llagas en la parte inferior de ambos pies. Casi al mismo tiempo, percibí que un colega me había estado causando muchas dificultades innecesarias. Después de un par de años, las llagas seguían allí, y la dificultad entre mi colega y yo continuaba.
Una noche, al darme cuenta de que mis oraciones no habían sido eficaces y que aun deseaba sanar, me puse a escuchar una cinta de audio de un programa de radio de la Ciencia Cristiana. Una mujer contó que su hija se había rebelado y había seguido el camino del mundo, dejando su hogar a una edad temprana. Esta madre había orado y orado, tanto como yo por mis dificultades, pero en vano. Fue a una reunión de testimonios un miércoles por la noche en su filial de la iglesia de Cristo, Científico, y una amiga de confianza estaba sentada a su lado. La madre le preguntó a esta amiga si podía hablar con ella después de la reunión. La amiga, por supuesto, consintió. La madre se desahogó y le contó la angustia que sentía, y le preguntó si sabía qué más podía hacer. La amiga escuchó en silencio y luego le dijo que tenía que perdonar a su hija. La madre respondió que ¡ya la había perdonado! Pero la amiga le pidió que pensara un poco más acerca de esto.
Después que se despidieron, la madre, aparentemente al borde de la desesperación, clamó con humildad a Dios para que le mostrara qué era lo que necesitaba entender para sanar la situación. Entonces escuchó un mensaje angelical que le dijo: “Hay una diferencia entre suprimir la mala voluntad en nombre de ser cristiana y el perdón científico del Cristo”. La madre vio la sabiduría de este mensaje y cambió su pensamiento para expresar un perdón más genuino hacia su hija, quien después de esto, regresó a casa.
Este mensaje me hizo ver que yo también había estado simplemente reprimiendo la mala voluntad. Cuando reconocí cómo perdonar genuinamente a mi colega, supe que lo que Dios había afirmado en Génesis era muy cierto: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (1:31). También pensé profundamente en la Escritura que dice: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3). Estas verdades me permitieron reconocer que la dificultad con mi compañero de trabajo, que había creído que era real, en realidad era irreal, algo que solo un sentido falso y mortal me podía hacer creer.
Al ver que mi colega realmente había sido creado por Dios, pude expresar un amor más verdadero y trabajamos juntos durante varios años sin más dificultades. ¡Y tan pronto como aprendí la lección espiritual de perdonar, también sané instantáneamente de las llagas en los pies! Las curaciones, tanto la mía como la mencionada en el programa de radio, se produjeron no por medio de un tipo de oración de súplica, sino a través de un enfoque espiritualmente científico de la oración: viendo que la rebeldía de una hija y la tendencia de un colega a causarme dificultades en el trabajo, eran irreales. Ni lo uno ni lo otro jamás ha sido la verdad de ningún hijo de Dios; todos somos innatamente buenos. Esta revelación me mostró la gracia de Dios en acción.
La Descubridora de la Ciencia Cristiana Mary Baker Eddy, escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La confianza inspirada por la Ciencia descansa en el hecho de que la Verdad es real y el error es irreal” (pág. 368). ¡Qué agradecido estoy de que la Sra. Eddy compartiera la comprensión científica de Dios y el hombre, pues, a través de su estudio llegamos a encontrar la eficacia sanadora de la Verdad divina!
Rod Wagner
Geneseo, Illinois, EE.UU.
