Enseñar una clase a la semana sobre la Biblia en la Ciencia Cristiana, en una base militar para jóvenes reclutas de la Infantería de Marina de los Estados Unidos, ha sido para mí una experiencia profundamente enriquecedora durante varios años. Jóvenes infantes de marina de todas las religiones llegan a esta clase los domingos por la mañana, por lo general cansados y somnolientos, después de una semana de duro entrenamiento usando armas y marchando largas distancias por un terreno difícil. En esta clase de la Biblia aprenden que pueden recurrir a otro poder, aparte de su propio poder físico supuestamente limitado: al único poder real en el universo, que es Dios, quien es el bien. A menudo sienten que se les despierta el deseo de descubrir cómo puede el poder de Dios proporcionarles fortaleza espiritual.
Me ha impresionado ver que algunos de los reclutas se han dado cuenta, debido a lo difícil que es su entrenamiento, que desean tener un fundamento espiritual y moral más sólido del que han tenido antes. Muchos de estos jóvenes marinos tienen una profunda receptividad a las ideas espirituales y un deseo de ser buenos y hacer el bien.
A veces estos reclutas han venido a verme describiendo una dificultad física con la que están lidiando, y les he preguntado si quieren que ore por ellos. Cuando han dicho que sí, he compartido con ellos algunas palabras de aliento de que Dios puede sanar todo, y he estado de acuerdo en orar por ellos conforme a las verdades espirituales que explica la Ciencia Cristiana; y he esperado que se produzca la curación. De hecho, muchas curaciones se han producido después que he orado por ellos. Conjuntivitis, resfríos, tos y estrés son tan solo unos pocos ejemplos de lo que se ha tratado y sanado con el cuidado de Dios.
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