Querido Lector:
Hace poco, un suscriptor nos recomendó no olvidar “a los lectores de la Ciencia Cristiana” al escribir de una manera que sea accesible para la gente nueva, y agregó: “¿No es una forma de mala práctica creer que la gente nueva no puede comprender ciertas cosas?”.
Nosotros en verdad valoramos a nuestros lectores regulares. ¡Muchas gracias a todos! Y sí, sería incorrecto suponer que aquellos que son nuevos en la Ciencia Cristiana no pueden comprender sus ideas metafísicas esenciales. Toda la humanidad es fundamentalmente capaz de comprender y practicar la Ciencia Cristiana. Pero también es compasivo estar atentos a la forma en que presentamos las ideas a aquellos que no están familiarizados con ellas. Cristo Jesús hablaba a las multitudes en parábolas usando experiencias de la vida diaria que ellos conocían, como sembrar la semilla, la relación del pastor y sus ovejas, la alegría de un ama de casa al limpiar su hogar para encontrar una moneda perdida, y el pensar en la jerarquía al disponer dónde deben sentarse los invitados en el banquete de una boda.
Obviamente, Jesús no cambiaba la profundidad de las ideas que presentaba al elegir un lenguaje que el público en general pudiera entender, y nosotros tampoco necesitamos hacerlo. La profundidad y la accesibilidad funcionan juntas. Les pedimos a nuestros escritores que se esmeren por lograr ambas cosas, y revisamos los artículos para poner de relieve su profundidad, claridad, accesibilidad y esencia.
El Manual de la Iglesia exige mantener las publicaciones periódicas “a la altura de la época” (Mary Baker Eddy, pág.44); incluso al presentar ideas espirituales, no le pide a nadie que sacrifique ni un ápice de la verdad sanadora que espera que se publique en cada edición. El propósito es presentar las profundas verdades metafísicas de la Ciencia Cristiana de una forma que ayude a todos los lectores a comprenderlas de maneras nuevas y claras.
Un modo de pensar en esto es como la gracia en acción, la cual impregnaba el enfoque de la Sra. Eddy. En otro Estatuto del Manual, por ejemplo, ella pidió a los miembros que cedieran sus asientos a la gente nueva que asistiera a La Iglesia Madre. (En aquella época, los miembros pagaban una cuota para reservar ciertos asientos en particular.) Como lectores, escritores y redactores regulares del Journal, Sentinel y Heraldo, podemos traer el mismo espíritu de solidaridad para asegurarnos de que la gente nueva se sienta bienvenida cuando entra en las páginas de nuestras revistas.
Si tiene comentarios, sugerencias o preguntas sobre este u otros temas, envíelos por correo electrónico a conversation@csps.com. Los tendremos en cuenta en nuestro trabajo diario, y responderemos a algunos de ellos en esta columna mensual.
Tony Lobl
Redactor Adjunto