A lo largo de mi vida he disfrutado de energía ilimitada, libertad de movimiento físico y casi continua buena salud con pocas enfermedades, dolores o malestares. Siempre que tenía algún dolor o enfermedad en el cuerpo, en la mayoría de los casos la curación se producía rápidamente. Sin embargo, en los últimos años, se han presentado muchas oportunidades para tener una curación física y para probar mi inmortalidad presente.
En respuesta a la pregunta “¿Qué es el hombre?” Mary Baker Eddy afirma en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “El hombre no es materia; no está constituido de cerebro, sangre, huesos y otros elementos materiales. Las Escrituras nos informan que el hombre está hecho a la imagen y semejanza de Dios. La materia no es esa semejanza. La semejanza del Espíritu no puede ser tan desemejante al Espíritu. El hombre es espiritual y perfecto; y porque es espiritual y perfecto, tiene que ser comprendido así en la Ciencia Cristiana. El hombre es la idea, la imagen, del Amor; no es el físico” (pág. 475).
Pienso que esto quiere decir que el hombre (cada uno de nosotros) jamás es materia; ni siquiera por un mes, un año o muchos años. No está compuesto de elementos materiales tales como el corazón, los ligamentos, los músculos, etc. De modo que, cuando aparece uno de estos elementos materiales, puedo ver sin temor y con confianza que no es una perspectiva verdadera de mi identidad. Por ser la semejanza espiritual de Dios, yo soy inmortal ahora, siempre lo he sido y siempre lo seré. No necesito tener miedo o sentirme impresionada por las expectativas respecto a lo que se considera humanamente un envejecimiento “normal”. La inmortalidad significa que no estamos sujetos al deterioro, la enfermedad, el dolor, las limitaciones o las llamadas leyes materiales, así que puedo rechazar estas imposiciones falsas rápidamente y sin dudar.
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