Este verano, cuando estaba en la casa de mis abuelos, tuve una curación muy rápida.
Mami me estaba ayudando a vestir, y sin querer me rasguñó uno de los dedos con sus largas uñas. Se desprendió un montón de piel y sangraba.
He tenido otras curaciones orando, así que mami y yo oramos juntas por un momento, y luego ella fue a buscar una bandita adhesiva. Cuando regresó, me pidió que levantara el dedo para poder ponerla.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!