Con el reconocimiento de que Dios nos creó a cada uno de nosotros intrínsecamente buenos, estamos facultados para avanzar hacia la redención y el cambio sin atribuirnos las acciones equivocadas a nosotros mismos.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!