A principios del año pasado, participé con mucho amor y entusiasmo en un curso de enfermería de la Ciencia Cristiana de una semana en Chile, cuando una atmósfera alarmante de temor y negatividad comenzó a extenderse por nuestro país debido a la pandemia global.
Trabajo a tiempo parcial, y me había tomado la semana libre para asistir a ese curso en mi ciudad. Durante los últimos años, he estado tomando cursos de enfermería de la Ciencia Cristiana, ya que mi deseo ha sido completar la formación práctica necesaria para comenzar una carrera de tiempo completo como enfermera de esta Ciencia, y proporcionar el cuidado físico que las personas a veces necesitan mientras oran para obtener la curación.
Después de terminar el curso, seguí con mi trabajo a medio tiempo, pero surgieron muchas dificultades. Debido al temor a una pandemia cada vez mayor, el gobierno nos exigió hacer cambios en el consultorio, entre ellos, usar equipo de protección que me impedía comunicarme fácilmente con mis clientes y colegas. Al mismo tiempo, comencé a sentir un creciente ambiente negativo que alteraba las relaciones naturalmente armoniosas que tenía con las personas que me rodeaban.
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