“Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 3:1, LBLA). El concepto de ser los hijos amados de Dios es fundamental para el cristianismo y para la Ciencia Cristiana en particular. Es un concepto sanador al que podemos recurrir cuando enfrentamos desafíos de todo tipo. Entonces, ¿qué significa ser hijo de Dios?
En primer lugar, significa que nuestro Padre-Madre Dios, el Amor omnipotente, nos cuida, ama y protege por completo. Quiere decir que cada uno de nosotros tiene una relación reconfortante, sanadora y restauradora con nuestro Progenitor divino, a quien Jesús llamó cariñosamente “mi Padre”.
El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy brinda una clara explicación del Consolador (la Ciencia divina), del que Jesús dijo “los guiará a toda la verdad” (Juan 16:13, NTV). Y con la publicación de este libro que produjo un cambio en el mundo, llegó una comprensión más clara de Dios como Madre y Padre. Un pasaje nos reconforta al decir: “Padre-Madre es el nombre para la Deidad, que indica Su tierna relación con Su creación espiritual” (pág. 332).
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