Como bibliotecaria asistente de la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana de mi localidad, uno de mis deberes (¡deleites!) es decorar las ventanas y salas cada mes, centrándome generalmente en un tema o asunto que me viene a través de la oración.
Una mañana estaba terminando con las ventanas, cuando noté que afuera había un joven revolviendo el bote de basura. Después, se acercó a la ventana principal de la Sala de Lectura, donde se quedó absorto leyendo la Lección Bíblica semanal de la Ciencia Cristiana, que allí se exhibía. El asistente de turno saltó de su asiento y salió, se acercó a ese hombre y comenzó a hablar con él.
Tomé un par de mandarinas que había traído de merienda y salí y se las ofrecí al joven durante una pausa en su charla. Las tomó agradecido, y cuando volví adentro pude oír parte de su conversación. El tema era el amor universal y envolvente de Dios por cada uno de Sus hijos, y que todos somos los hijos amados y entrañables de Dios. Me di cuenta de que el joven asentía con la cabeza.
Pensé en cuán hermoso era presenciar esta imagen del Amor “reflejado en el amor” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 17), la sinceridad del asistente y la atención con que el joven escuchaba estas ideas. Me conmovió mucho el amor fraternal que compartían entre ellos. ¡Me alegró el corazón!
Al volver a mi proyecto, de repente me sentí mal; mi corazón comenzó a palpitar y latía muy fuerte. Sentí que me iba a desmayar. También tuve un poco de miedo.
Rápidamente reprendí la idea de que mi cuerpo pudiera tener voz y voto en mi bienestar como hija de Dios. Con esta fuerte protesta mental, me senté a orar y a sentir la totalidad del amor de Dios que nos rodea a cada uno de nosotros.
Después de unos momentos, me di cuenta de que necesitaba más apoyo y llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana. Ella compartió conmigo estas líneas de un poema de Mary Baker Eddy:
¡Oh, Amor divino!,
lo único que necesito
es Tu corazón
para consolar al mío.
(Poems, p. 24)
También me di cuenta de que mi verdadero corazón, o sustancia, late con Dios, quien es la Vida divina misma y es siempre armoniosa.
Este fue un mensaje sanador muy hermoso y perfecto para mí. Me sentí elevada, sin que quedara rastro de temor.
Mientras continuaba orando, el asistente regresó y comenzó a compartir algunas de las ideas sobre las que había conversado con el hombre de afuera, sin darse cuenta de que yo estaba teniendo un problema en ese momento. Mientras hablaba acerca del amor imparcial e infinito de Dios por todos nosotros, ese mismo joven entró en la Sala de Lectura y le dijo al asistente: “¡Creo que necesito hablar contigo un poco más!”. Y su conversación sobre nuestro Dios amoroso y nuestra verdadera naturaleza como los hijos preciados de Dios continuó unos minutos más antes de que el joven le diera al asistente una amplia sonrisa y un “¡Gracias!” Sentí la presencia y el amor de Dios de manera muy tangible.
Poco después, la irregularidad en mi corazón se detuvo por completo. Con renovada energía pude terminar todas mis tareas, incluso aspirar y limpiar las ventanas. Esos síntomas no han regresado desde entonces.
De camino a casa más tarde esa mañana, reflexioné sobre esa escena anterior: el joven hambriento de comida e inspiración, el asistente alerta, mis esfuerzos por embellecer la Sala de Lectura para nuestra comunidad. De pronto contemplé un hermoso tapiz de vidas entrelazadas, tocándose mutuamente de maneras especiales, inspiradoras y espirituales, uniéndose en el santuario de la Sala de Lectura. Me recordó una de mis frases favoritas de Ciencia y Salud: “La Ciencia divina del hombre está tejida en una sola tela consistente, sin costura ni rasgón” (pág. 242).
No tengo palabras para expresar mi gratitud a la Sra. Eddy por su valentía, su determinación, su amor por la humanidad y por haberse apoyado con tanta firmeza en el Principio divino para guiar su búsqueda de la respuesta a la pregunta: “¿Cómo sanaba Jesús?”. Ella encontró esa respuesta y se la dio al mundo en la Ciencia Cristiana.
Kathleen Smiley
Auburn, Washington, EE.UU.
