Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Sana de la enfermedad de Ménière

Del número de mayo de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 24 de diciembre de 2020 como original para la Web.


Me crié en la Ciencia Cristiana y de niña, experimenté muchas curaciones. Cuando tuve mi propia familia, mi confianza en la Ciencia Cristiana continuó, y también fuimos testigos de muchas curaciones. Sin embargo, hubo una época en la que enfrenté un desafío que me exigió confiar y crecer en mi comprensión de Dios más que nunca antes. Si bien a veces la situación pareció desesperada, el poder sanador de Dios se hizo sentir y, en última instancia, fue plenamente demostrado.

Una noche, experimenté un ataque que incluyó intensos mareos y vómitos. Mi amoroso esposo, aunque no es miembro de la iglesia, cree en Dios y ha visto el poder sanador de la oración, y estaba allí para consolarme. Sin embargo, ambos estábamos en estado de shock, y más tarde esa noche, me llevó al hospital. Nos dijeron que tenía la enfermedad de Ménière.  

Me comprometí a resolver la situación mediante la Ciencia Cristiana, y en diferentes momentos recibí tratamiento espiritual de un practicista de la Ciencia Cristiana. Hubo largos períodos de tranquilidad y libertad, pero los ataques continuaron. En algunas ocasiones, un ataque se detenía mientras hablaba con un practicista y sin producir efectos secundarios. Pero con el paso de los años, los repentinos ataques aumentaron en número hasta que se convirtieron en un suceso cotidiano. Acudí a la sala de emergencias varias veces más, y empecé a sentir que solo quería morir.

Todos los especialistas que nos recomendaron dijeron que no había cura conocida. Me dieron una variedad de medicamentos para aliviar los síntomas. Probé esas drogas un par de veces, pero las vomitaba de inmediato, o, si las retenía, no servían de nada. 

Las cosas empezaron a cambiar cuando comencé a recibir tratamiento de una practicista de la Ciencia Cristiana con la que no había trabajado antes. Al principio, fue una llamada entre ella y mi marido. Luego, hubo un momento en que me pusieron el teléfono en el oído y escuché las palabras amorosas y fortalecedoras de la practicista. En un mes, supe que estaba progresando.

A partir de ese momento, mi deseo de morir desapareció. El aliento y el apoyo de la practicista también ayudó mucho a mi esposo, quien estaba en las trincheras y sintiéndose indefenso. El Amor divino que sentíamos nos animó a los dos. A pesar de que no podía comunicarme bien y pasaba gran parte del tiempo en la oscuridad, sentí el cambio. Por medio de la acción del Cristo, la situación estancada cedió. Nunca más me transportaron a través de las puertas del hospital, y estaba lista nuevamente para luchar por el derecho de experimentar mi perfección pura a imagen de Dios.

Mi marido había buscado con desesperación en Internet, durante mucho tiempo, respuestas y cualquier tratamiento disponible. Pero esta vez fue guiado a cambiar la dirección de su búsqueda. Se encontró con un dispositivo que yo podía usar como ayuda temporal. No incluía drogas y no prometía curación. Me ayudó a ganar estabilidad física para poder leer una vez más. Nunca creí que esto fuera una respuesta, sino solo una ayuda, porque sabía que la curación verdadera y permanente proviene de Dios y la espiritualización del pensamiento. 

Durante este tiempo, leí toda la Biblia. Me encantó ver el progreso espiritual del pensamiento a través de los siglos, y la continuidad del amor omnipresente de Dios por Sus hijos. También leí Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy de tapa a tapa. Me encantaba recitar y reflexionar en silencio sobre “la declaración científica del ser” (véase Ciencia y Salud, pág. 468), el Padre Nuestro, las Bienaventuranzas y muchos himnos preciosos, uno de los cuales era “Satisfecho” por la Sra. Eddy (escrito originalmente como un poema). La primera estrofa dice:

Tu suerte no importará
       si guía Amor, 
   que es tuya, en calma o tempestad, 
       la paz de Dios.
(Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 160, trad. © CSBD)

Me sentí mucho más agradecida por todas las pruebas del bien en mi vida, incluso por un esposo amoroso y devoto, dos niños felices y sanos, y ahora nietos. Empezaba a darme cuenta más plenamente de que solo hay una ley, la ley divina, y una verdad, la verdad de Dios. La verdad de Dios es la sustancia y el único fundamento sobre el que podía mantenerme. 

Un día, cerca de dos años más tarde, descubrí que no necesitaba confiar en el dispositivo para tener estabilidad. Además, mis oídos drenaron; fue algo muy natural y sin incidentes. Me encontré completamente sana y con mi audición intacta. Y sabía que no se trataba de volverme perfecta de nuevo, sino de comprender que siempre había sido perfecta por ser la idea o expresión de Dios.

Ya hace muchos años que me he liberado de este problema. Este testimonio es una declaración de la impotencia del error y un reconocimiento absoluto de la perfección presente que todos podemos reflejar y atestiguar aquí mismo. Ahora siento muy profundamente que Dios es en verdad Todo-en-todo, y mi esposo dice que me he vuelto más tranquila. Estoy humildemente agradecida por el amor de Dios.

Celia Heathcote
Medina, Washington, Estados Unidos

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / mayo de 2021

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.