Me crié en la Ciencia Cristiana y de niña, experimenté muchas curaciones. Cuando tuve mi propia familia, mi confianza en la Ciencia Cristiana continuó, y también fuimos testigos de muchas curaciones. Sin embargo, hubo una época en la que enfrenté un desafío que me exigió confiar y crecer en mi comprensión de Dios más que nunca antes. Si bien a veces la situación pareció desesperada, el poder sanador de Dios se hizo sentir y, en última instancia, fue plenamente demostrado.
Una noche, experimenté un ataque que incluyó intensos mareos y vómitos. Mi amoroso esposo, aunque no es miembro de la iglesia, cree en Dios y ha visto el poder sanador de la oración, y estaba allí para consolarme. Sin embargo, ambos estábamos en estado de shock, y más tarde esa noche, me llevó al hospital. Nos dijeron que tenía la enfermedad de Ménière.
Me comprometí a resolver la situación mediante la Ciencia Cristiana, y en diferentes momentos recibí tratamiento espiritual de un practicista de la Ciencia Cristiana. Hubo largos períodos de tranquilidad y libertad, pero los ataques continuaron. En algunas ocasiones, un ataque se detenía mientras hablaba con un practicista y sin producir efectos secundarios. Pero con el paso de los años, los repentinos ataques aumentaron en número hasta que se convirtieron en un suceso cotidiano. Acudí a la sala de emergencias varias veces más, y empecé a sentir que solo quería morir.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!