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Original Web

No golpees al caballo

Del número de mayo de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 14 de diciembre de 2020 como original para la Web.


Cristo Jesús ordenó a sus seguidores: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44). Y Mary Baker Eddy afirma: “La parte vital, el corazón y alma de la Ciencia Cristiana, es el Amor” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 113).

Estas órdenes no deben tomarse a la ligera. La Sra. Eddy también escribe: “Exijo mucho del amor, exijo pruebas eficaces en testimonio de él y, como su resultado, nobles sacrificios y grandes hazañas” (Escritos Misceláneos 1883–1896, pág. 250).

Estoy agradecido por la oportunidad que tuve de demostrar la exigencia de amar. Durante algunos años, el ambiente en el trabajo a veces había sido difícil, debido a una colega en particular. Me costaba tenerle simpatía, ni que hablar de sentir afecto por ella. 

Al orar para seguir el mandato de amar, la siguiente historia (basada en Génesis 49:17) y la consecuente enseñanza me vinieron al pensamiento: Un hombre iba montando su caballo, cuando una serpiente se deslizó de entre la hierba y mordió al animal. Este levantó sus patas delanteras y arrojó al jinete al suelo. Entonces el hombre comenzó a golpear al caballo, mientras la serpiente, desapercibida, se deslizó silenciosamente de nuevo entre la hierba. 

Razoné que yo no quería “golpear al caballo” ni culpar a mi colega por la aparente hostilidad, ya que sabía que era el error, la “serpiente”, el verdadero culpable. Necesitaba hacer esa separación y entender que mi colega, así como el caballo, era inocente. Esto me ayudó a ver que su identidad espiritual era amable y considerada. También me esforcé por ser afable y no reaccionar. Después de mucha oración y esfuerzo para ser genuinamente amoroso, noté que la actitud de esa persona hacia mí cambió por completo, y ahora tenemos una relación cordial.

Nuestra amada Guía manifiesta: “Un Científico Cristiano genuino es una maravilla, un milagro en el universo de la mente mortal. Con amor desinteresado, inscribe en el corazón de la humanidad y transcribe sobre las páginas de la realidad la presencia viva y palpable —¡el poder y majestad!— de la bondad” (Escritos Misceláneos, pág. 294).

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