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Original Web

Agradecida por curaciones rápidas

Del número de octubre de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 12 de agosto de 2024 como original para la Web.


Una vez, mientras cocinaba, tomé una sartén de hierro fundido de la cocina, sin darme cuenta de que estaba muy caliente. Como la sartén estaba llena de grasa, la llevé al fregadero antes de soltarla. Mi mano estaba quemada y el dolor era intenso. 

Inmediatamente fui a mi escritorio y tomé el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. Me volví a Dios, abrí el libro, y mi mirada se posó en esto: “No temas que la materia pueda doler, hincharse e inflamarse como resultado de una ley de cualquier índole, cuando es evidente de por sí que la materia no puede tener dolor ni inflamarse” (pág. 393).

La verdad de esta afirmación fue tan clara en ese momento que sané instantáneamente. El dolor se detuvo por completo y no quedó ninguna marca en mi mano. Me asombró que, al abrir este libro de unas setecientas páginas, encontrara no  solo algo significativo, sino la respuesta exacta a mi necesidad. Durante los días siguientes, me deleité en la inmediatez y el poder del Amor divino.

Luego, una o dos semanas más tarde, cuando la cola de un huracán estaba barriendo la costa de Nueva Inglaterra, me desperté y descubrí que las puertas francesas del balcón se habían abierto y golpeaban contra el edificio. Estaba entrando la lluvia, así que salí al balcón y traté de cerrar las puertas. Una de ellas me golpeó con fuerza la mano y el brazo. El vidrio se rompió y me corté. 

Sin embargo, no me inmuté, porque todavía estaba muy animada por la sanadora experiencia que había tenido antes. Todavía sentía el amor y el poder de la presencia de Dios. El sangrado se detuvo pronto y a los pocos días los cortes sanaron por completo. Continúo atesorando las dos curaciones con gratitud y asombro.

Más recientemente, mientras colocaba una bandeja para hornear debajo del  gratinador, mi dedo tocó el elemento del asador al rojo vivo. Hubo un dolor punzante instantáneo. Me aparté del horno y vi que mi dedo estaba ennegrecido. Dirigiéndome al cielo, me puse de puntillas con los brazos extendidos y oré: “¡Dios mío, sé que una ley Tuya gobierna esta situación!”. Y esto es lo que escuché: “Hay una ley que dice que el calor intenso quema la materia. Pero el hombre no está hecho de materia, por lo que esta ley no se aplica a ti”.

 Inmediatamente cesó el dolor y terminé mi trabajo en la cocina con alegría. Más tarde esa noche, me encontré frotando ese dedo con el pulgar. Estaba muy suave, como si los bordes de la punta se hubieran derretido. Me detuve y revertí ese pensamiento diciendo: “Jamás estuve bajo la llamada ley de la materia”. Y ese fue el fin de eso. A la mañana siguiente, mi dedo se veía y se sentía completamente normal.

La Sra. Eddy escribe en No y Sí: “La ley de Dios se resume en tres palabras: ‘Yo soy Todo’; y esta ley perfecta siempre está presente para rechazar cualquier pretensión de otra ley” (pág. 30). 

En las palabras del salmista y desde mi propio corazón: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación” (Salmos 119:97).

Sylvia Medeiros 
Castro Valley, California, Estados Unidos

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