En el otoño de 2022, asistí a un evento que tuvo lugar en una playa. Cuando llegó un amigo al que hacía unos años que no veía, nos abrazamos con un fuerte abrazo. Como estábamos en la arena, me había quitado los zapatos, pero mi amigo todavía los tenía puestos, y accidentalmente me pisó el pie descalzo. Uno de mis dedos fue gravemente lastimado. No dije nada al respecto, porque este evento era una celebración importante para él, y no quería quitarle importancia a la alegre ocasión ni por un momento.
A pesar del dolor, decidí no examinar el dedo del pie, ya que no quería impresionarme con una imagen material de la lesión. En cambio, oré por mí mismo como había aprendido en la Ciencia Cristiana. Al principio, mi oración fue simplemente expresar amor y continuar disfrutando de la compañía de aquellos con los que estaba en la celebración. La lesión no fue perceptible para nadie más, y pude ser yo mismo y entablar conversaciones.
Cuando llegó el momento de salir de la fiesta, me subí a mi auto y me di un tratamiento de la Ciencia Cristiana mientras conducía. Este tratamiento fue una oración específica para espiritualizar el pensamiento y reconocer que la realidad del ser es espiritual, como revela la Ciencia Cristiana. Mi oración incluía el reconocimiento de la totalidad de Dios y de la relación inseparable del hombre con Él; la afirmación de las verdades espirituales acerca de mí mismo como una idea de Dios; y, sobre la base de estas verdades, el reconocimiento de que el accidente y la lesión eran creencias erróneas que podía negar enfáticamente.
He encontrado que el tratamiento de la Ciencia Cristiana es eficaz para lograr la curación física. Refuta la discordia y la enfermedad como pretensiones mentales dentro de la consciencia humana. Espiritualizar el pensamiento pone nuestra experiencia de acuerdo con la realidad espiritual de que toda la creación de Dios —incluidas las ideas más elevadas de Dios, Sus hijos e hijas— es buena, armoniosa y saludable.
Al final de mi viaje, me enjuagué la arena de la playa de los pies antes de entrar en la casa. Era la primera vez que me miraba el dedo del pie desde que me lo habían pisado. Me negué a dejarme impresionar por la imagen de la decoloración y una uña del pie muy dañada, ya que sabía que la evidencia material no tenía nada que ver con mi verdadero ser espiritual. Limpié suavemente el dedo lesionado y seguí con mi actividad normal por la noche.
Aunque el dolor disminuyó durante la noche, al irme a dormir el dedo me empezó a doler bastante, así que seguí orando por mí mismo. Parte de esta oración era declarar que la buena actividad del día no podía verse disminuida por un accidente, ni mis planes para el resto del fin de semana podían verse afectados negativamente.
Nuestra actividad correcta —ya sea pasar tiempo al celebrar y disfrutar de la compañía de amigos, cumplir con las obligaciones familiares, realizar deberes profesionales o servir en la iglesia, etc. — no es vulnerable a las dificultades de una lesión física o cualquier circunstancia inarmónica. Cuando enfrentamos desafíos que parecen amenazar lo bueno en nuestra experiencia, podemos mantenernos firmes y declarar con firmeza que el cuidado omnipresente de Dios por nosotros niega la posibilidad de discordia o enfermedad.
Como afirma Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La Mente es el amo de los sentidos corporales, y puede conquistar la enfermedad, el pecado y la muerte. Ejerce esta autoridad otorgada por Dios. Toma posesión de tu cuerpo y gobierna sus sensaciones y acciones. Levántate en la fortaleza del Espíritu para resistir todo lo que sea desemejante al bien” (pág. 393).
De hecho, ejercí la autoridad que cada uno de nosotros tiene para proclamar nuestra libertad de las pretensiones de la materia. Después de orar, pude conciliar el sueño y descansar bien por la noche.
Cuando me desperté por la mañana, mi dedo del pie había recuperado su condición normal y no experimenté más dolor durante un fin de semana activo. De hecho, esa mañana salí a dar un largo paseo con un amigo, y el resto del fin de semana incluyó un poco más de caminata, todo lo cual pude hacer libremente. Estoy agradecido por esta curación, y por el gran gozo y privilegio de ser estudiante de la Ciencia Cristiana.
Eric D. Pagett
Buena Vista, Colorado, EE.UU. 
    