En el otoño de 2022, asistí a un evento que tuvo lugar en una playa. Cuando llegó un amigo al que hacía unos años que no veía, nos abrazamos con un fuerte abrazo. Como estábamos en la arena, me había quitado los zapatos, pero mi amigo todavía los tenía puestos, y accidentalmente me pisó el pie descalzo. Uno de mis dedos fue gravemente lastimado. No dije nada al respecto, porque este evento era una celebración importante para él, y no quería quitarle importancia a la alegre ocasión ni por un momento.
A pesar del dolor, decidí no examinar el dedo del pie, ya que no quería impresionarme con una imagen material de la lesión. En cambio, oré por mí mismo como había aprendido en la Ciencia Cristiana. Al principio, mi oración fue simplemente expresar amor y continuar disfrutando de la compañía de aquellos con los que estaba en la celebración. La lesión no fue perceptible para nadie más, y pude ser yo mismo y entablar conversaciones.
Cuando llegó el momento de salir de la fiesta, me subí a mi auto y me di un tratamiento de la Ciencia Cristiana mientras conducía. Este tratamiento fue una oración específica para espiritualizar el pensamiento y reconocer que la realidad del ser es espiritual, como revela la Ciencia Cristiana. Mi oración incluía el reconocimiento de la totalidad de Dios y de la relación inseparable del hombre con Él; la afirmación de las verdades espirituales acerca de mí mismo como una idea de Dios; y, sobre la base de estas verdades, el reconocimiento de que el accidente y la lesión eran creencias erróneas que podía negar enfáticamente.
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