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ARTÍCULOS

Eres la obra maestra de Dios

Del número de octubre de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 1º de julio de 2024 como original para la Web.


En mi tercer año del bachillerato, de repente me encontré sintiéndome un fracaso: indigna, sola, sufriendo de acné, luchando por tener éxito. Mis calificaciones habían bajado; no podía concentrarme; y no veía mucho futuro para mí. Y luego, cuando el consejero escolar me dijo que yo no tenía lo que se requería para ir a la universidad, se me vino el mundo abajo.

La tentación de ceder a la autocompasión y la depresión era muy grande en ese momento, pero mis padres, tal vez percibiendo mi necesidad de estar en un ambiente de pensamiento edificante, me enviaron a un campamento de la Ciencia Cristiana durante el verano. ¡Qué bendición fueron esas semanas! Los directores y consejeros del campamento veían a cada campista como una creación completa y perfecta de Dios, que tenía todo lo que necesitaba para florecer y destacarse. Fue un tiempo lleno de actividades alegres, preciadas amistades y logros satisfactorios.  

Pero lo más importante es que fue el comienzo de aprender lo que significa ser la obra maestra de Dios y cómo cada uno de nosotros puede ver ese ideal manifestado en nuestra experiencia.

Cuando escucho las palabras obra maestra, a menudo pienso en la magnífica estatua del David de Miguel Ángel como el joven pastor que derrotó a un gigante al que ninguno de los guerreros experimentados del ejército de Israel tuvo el valor de enfrentar. Antes de que Miguel Ángel comenzara a cincelar la piedra, otros dos escultores habían intentado trabajar con la losa de mármol extremadamente grande, pero sintieron que las imperfecciones en su grano la hacían inutilizable para una escultura. No obstante, el joven Miguel Ángel confiaba en poder trabajar con el mármol, y cuando terminó, estaba esta figura escultural de David. 

Cuando se le preguntó cómo esculpía sus obras maestras, se dice que respondió: “La escultura ya está completa en el bloque de mármol, antes de que yo empiece a trabajar. … sólo tengo que cincelar el material superfluo”.  

Me encanta ese concepto de que la escultura ya estaba completa adentro; él solo necesitaba deshacerse de cualquier cosa en la piedra que no se pareciera al modelo que tenía en su pensamiento.

A medida que aprendí más acerca de mi verdadera naturaleza como imagen y semejanza de Dios, el Espíritu perfecto, me di cuenta de que eso es exactamente lo que necesitamos hacer. A veces podemos sentirnos como una masa muy imperfecta de materia sin una identidad con propósito, pero esto es simplemente una visión errónea y material que hemos aceptado inconscientemente como lo que somos. Nosotros también tenemos que empezar a cincelar de la consciencia todo aquello que no se alinea con nuestro verdadero modelo: el hombre a semejanza de Dios ejemplificado por Cristo Jesús.

Mary Baker Eddy explica cómo hacer esto en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “El escultor se vuelve del mármol a su modelo a fin de perfeccionar su concepción. Todos somos escultores, elaborando variadas formas, moldeando y cincelando el pensamiento. ¿Cuál es el modelo ante la mente mortal? ¿Es la imperfección, el gozo, el pesar, el pecado, el sufrimiento? ¿Has aceptado el modelo mortal? ¿Estás reproduciéndolo? Entonces eres acosado en tu trabajo por escultores depravados y formas horribles. ¿No oyes a toda la humanidad hablar del modelo imperfecto? El mundo lo está manteniendo ante tu vista continuamente. El resultado es que estás propenso a seguir esos patrones inferiores, limitar la obra de tu vida y adoptar en tu experiencia el diseño anguloso y la deformidad de los modelos de la materia” (pág. 248).

Si tomamos en cuenta lo que el Internet, la televisión, las películas, las revistas o incluso la familia y los amigos tienen que decir sobre nosotros, podríamos sentirnos tentados a creer que somos materiales, limitados, incompetentes, disfuncionales, incompletos, inadaptados. Esto se debe a que la visión del mundo es que todos estamos sujetos a la herencia y a otras supuestas leyes físicas, así como definidos por las escuelas a las que asistimos, la familia en la que nos criamos, los errores que hemos cometido y las injusticias que hemos sufrido. Pero todo eso es una historia falsa y mortal que jamás es verdadera acerca del hijo de Dios. El hecho es que el Espíritu, Dios, nos creó a cada uno de nosotros a la imagen divina, y Dios nunca ha perdido el control de Su reflejo espiritual perfecto: tú y yo. 

El pasaje de Ciencia y Salud continúa: “Para remediar esto, debemos primero volver nuestra mirada en la dirección correcta, y luego seguir ese camino. Debemos formar modelos perfectos en el pensamiento y mirarlos continuamente, o nunca los tallaremos en vidas grandes y nobles. Dejemos que el altruismo, la bondad, la misericordia, la justicia, la salud, la santidad, el amor —el reino de los cielos— reinen en nosotros, y el pecado, la enfermedad y la muerte disminuirán hasta que finalmente desaparezcan”.

Puesto que nuestro verdadero Padre es Dios, el Amor infinito, es, por ende, natural que seamos amorosos y amables, generosos y compasivos. Puesto que Dios, la Mente divina, es la única Mente y crea y gobierna a cada uno de nosotros, es natural que expresemos sabiduría, creatividad, comprensión y confianza. Dado que Dios es el bien infinito, es natural que incluyamos todas las ideas correctas, para tener éxito y prosperar.

Miguel Ángel amaba profundamente a Dios y lo veía como la fuente de su creatividad e inspiración. A menudo se le cita diciendo: “La verdadera obra de arte no es más que una sombra de la perfección divina”, “Vivo y amo en la luz peculiar de Dios” y “Trabajo por amor a Dios, y pongo toda mi esperanza en Él”. 

Cuando ponemos a Dios primero, en lugar de a nosotros mismos, en nuestros corazones y reconocemos que Él es la fuente de nuestra verdadera identidad, es como quitar la piedra no deseada, eliminando todos y cada uno de los rasgos negativos no espirituales de nuestra consciencia para que aparezca la obra maestra de la creación de Dios, que ha existido siempre como nuestra verdadera naturaleza.

Durante ese tiempo en el campamento, comencé a vigilar mi pensamiento para eliminar cualquier pensamiento que no viniera del Amor divino y a esforzarme por reclamar y vivir las cualidades espirituales que Cristo Jesús enseñó y vivió. Cuando regresé al bachillerato para mi último año, en lugar de enfocarme en mí misma y en mis percibidos defectos, abracé a todos en mis oraciones, viéndome a mí misma y a todos los demás como semejantes a Dios, Su reflejo. Tomé cursos de nivel avanzado, obtuve un promedio alto de calificaciones y terminé en el cuadro de honor de mi escuela. También forjé amistades sólidas y participé en actividades gratificantes ese año. Esto me llevó a la universidad, a la escuela de posgrado y luego a la facultad de derecho. Encontré cada vez más libertad, dominio y confianza a medida que mantenía mi atención en el modelo espiritual de la creación de Dios. Y el acné también desapareció de forma natural.   

No somos autocreados. ¡Qué poco confiable e inseguro sería eso! Tampoco ninguno de nosotros es creado a partir de un modelo material. La comprensión de que ya somos la exquisita obra maestra del Espíritu nos libera para cumplir nuestra función de escultores, “moldeando y cincelando el pensamiento” para eliminar todo lo que no expresa al hombre-Cristo. Entonces, como Miguel Ángel descubrió, comenzamos a ver cada vez más del brillante modelo divino de Dios manifestándose en cada uno de nosotros.

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