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Original Web

Liberada de la infección y la fiebre

Del número de octubre de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 24 de junio de 2024 como original para la Web.


En 2010, encontré la Ciencia Cristiana, donde llegué a conocer la oración espiritualmente científica basada en el siguiente concepto: “La comprensión a la manera de Cristo del ser científico y de la curación divina incluye un Principio perfecto e idea perfecta —Dios perfecto y hombre perfecto— como base del pensamiento y la demostración” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 259). 

A partir de entonces, comencé a asistir con regularidad a los servicios dominicales de la Ciencia Cristiana y a las reuniones de testimonios de los miércoles para conocer mejor mi relación con Dios. Como resultado, a través del estudio de Ciencia y Salud y la Biblia, y con las oraciones de un practicista de la Ciencia Cristiana, he experimentado innumerables curaciones y bendiciones.

Quiero compartir una de mis experiencias de curación. 

Un día de septiembre de 2021, sentí síntomas de fiebre, dolor corporal y escalofríos. Oré por mí misma usando las ideas que había aprendido en la Ciencia Cristiana, pero por la noche todavía me sentía muy incómoda, así que me comuniqué con un practicista y le pedí que orara por mí. 

Él compartió conmigo este pasaje de la Santa Biblia: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:27, 28). Estos versículos me dieron la seguridad de que, debido a que fui hecha a imagen y semejanza de Dios, ya tenía dominio sobre esos síntomas.

Cuando me desperté a la mañana siguiente, todo mi cuerpo estaba cubierto de marcas rojas y tenía fiebre alta. Estaba preocupada porque había tenido síntomas similares en mi infancia, y había tardado un par de meses en superarlos bajo tratamiento médico. 

Una charla más profunda con el practicista me animó a reclamar mi pureza y valentía, que provienen de Dios y están incluidas en Su reino, donde todos vivimos realmente. Mi pureza jamás puede ser invadida o corrompida, y “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).

También consideré esto de Ciencia y Salud: “La enfermedad, lo mismo que otras condiciones mentales, surge por asociación. Puesto que es una ley de la mente mortal que ciertas enfermedades debieran ser consideradas como contagiosas, esta ley obtiene crédito a través de la asociación, evocando el temor que crea la imagen de la enfermedad y su consiguiente manifestación en el cuerpo” (pág. 154). Razoné que, puesto que Dios, el bien, llena todo el espacio, sólo el bien puede propagarse, no nada malo tal como una infección o picazón; por lo tanto, estos síntomas no formaban parte de mi verdadero ser.

En tres días, estaba completamente libre de todos esos síntomas. Doy gracias a Dios por esta curación y por Su gracia. 

Sushma Sharma
Mohali, Punjab, India

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