Conocí la Ciencia Cristiana hace más de 20 años en mi Colombia natal. Desde muy joven, fui muy inquieto por las cosas espirituales, así que formé parte de otras denominaciones cristianas y estuve militando como en dos o tres iglesias antes de conocer la Ciencia Cristiana. Siempre había buscado la verdad, pero nunca había estado satisfecho con lo que encontraba.
Yo era estudiante de arte en aquella época, y me gustaba curiosear las vidrieras de las galerías. Mientras lo hacía, encontré un anuncio en una galería de arte sobre una conferencia de la Ciencia Cristiana al día siguiente. El tema me llamó poderosamente la atención porque era sobre la verdadera identidad del hombre.
Anoté la dirección y fui a la conferencia. Tan pronto la conferenciante comenzó a hablar, me impactó inmediatamente ya que hablaba mucho sobre la verdad. Entonces me decía a mí mismo que esto era lo que yo venía buscando toda mi vida, y que estaban dando la conferencia solo para mí. Después que terminó, me quedé y hablé con la gente allí sobre la Ciencia Cristiana, y me sentí contento de recibir más información sobre la religión. Tres meses más tarde, dejé de asistir a los servicios de otras denominaciones porque ya estaba convencido de lo que había encontrado en la Ciencia Cristiana.
En la conferencia me regalaron dos ejemplares de El Heraldo de la Ciencia Cristiana, y en esa semana los devoré completamente. Busqué la dirección de la iglesia de la Ciencia Cristiana local en el Directorio del Heraldo. En la iglesia fui bien recibido por los miembros. Y luego comencé a estudiar la Ciencia Cristiana, el método de curación metafísica descubierto por Mary Baker Eddy.
En menos de dos meses, desde que comencé a leer el libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por la Sra. Eddy, tuve una curación física. Yo venía tomando medicinas desde hacía más de seis años, porque según el dictamen médico, tenía una úlcera duodenal, lo cual me limitaba mi alimentación, ya que no podía comer ciertas comidas, y de verdad que eso era un martirio para mí.
Comencé a descubrir mi verdadera identidad espiritual mediante el estudio de la Ciencia Cristiana. Aprendí que mi identidad era el reflejo del Espíritu divino, Dios. Por lo tanto, todo mi ser solo podía expresar perfección y armonía. A medida que aprendía más sobre la Ciencia Cristiana, mi pensamiento se volvía más espiritual.
Al continuar estudiando el libro de texto, un día me encontré con la definición de hombre que da la Sra. Eddy en el Glosario de Ciencia Salud: “La compuesta idea del Espíritu infinito; la imagen y semejanza espirituales de Dios; la representación plena de la Mente” (pág. 591). Este pasaje me convenció de que mi identidad era completamente espiritual y que las cualidades que expresaba venían de Dios. Sentí que Ciencia y Salud abría las Escrituras para mí.
Poco después, comencé a sentirme mejor y pude comer toda la comida que había tenido prohibido comer. Llegó el día en que, convencido de mi perfección como una idea de Dios, pude botar todas las medicinas que estaban en mi mesa de noche a la basura. Ya no las necesitaba.
Esto fue el comienzo de una secuencia de muchas curaciones de toda índole, no solo problemas físicos sino de relación y económicos. No obstante, la curación más grande ha sido la regeneración que ha ocurrido en mi pensamiento. Antes, estaba siempre quejándome sobre mi suerte y culpando a Dios por todas las cosas negativas en mi vida. Hoy tengo la certeza de que soy el hijo amado de Dios, sin limitaciones. Me siento totalmente libre y satisfecho.
Hoy me regocijo en esta curación, y me alegro mucho de ser parte del movimiento de la Ciencia Cristiana y de ser miembro de una iglesia de la Ciencia Cristiana.
La forma en que la Ciencia Cristiana define a Dios revolucionó mi manera de pensar. Cuando comprendí que Dios es Todo —la única presencia, y que no puede haber nada que se oponga a Dios, y que yo soy Su reflejo— cargas de toda índole fueron cayendo.
    