Jeremiah Swift y Ryun King, artistas de tatuajes en Murray, Kentucky, Estados Unidos, recientemente comenzaron a ofrecer un servicio gratuito de modificación del arte corporal a los clientes que tenían eslóganes y símbolos de tatuajes relacionados con el odio que ya no reflejaban quiénes eran. El Sr. King le dijo a la cadena de noticias CNN: “Sólo queremos asegurarnos de que todos tengan la oportunidad de cambiar” (Alaa Elassar, “A Kentucky tattoo shop is offering to cover up hate and gang symbols for free,” cnn.com, June 14, 2020). Informes como estos muestran el corazón puro de aquellos dispuestos a ser testigos, alentar y ayudar a otros a darse cuenta de su naturaleza buena y verdadera.
Cuando yo era pequeña, mi madre —frecuentemente abrumada con la responsabilidad de criar a tres adolescentes y dos niños en edad preescolar— estaba acostumbrada a decir groserías. Me costaba reconciliar el dulce cuidado maternal del que a menudo era testigo, con algunas de las palabras más duras que escapaban de su boca durante el día. Pero le pedí a Dios que me ayudara a entender. Y la simple respuesta que siempre me daba paz era: “Mami es la hija de Dios. Mami es buena”.
Ver solo lo que era bueno en mi madre era muy fácil y natural, y me reveló que su verdadera naturaleza era buena, era el reflejo de la bondad de Dios. Y creo que ese concepto acerca de ella ayudó a sanar la situación, porque el uso de malas palabras comenzó a disminuir drásticamente. Se expresaba con más moderación y ya no utilizaba un lenguaje vulgar; una curación que duró toda su vida.
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