En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy explica: “Es sólo reconociendo la supremacía del Espíritu, que anula las pretensiones de la materia, que los mortales pueden despojarse de la mortalidad y hallar el indisoluble vínculo espiritual que establece al hombre para siempre en la semejanza divina, inseparable de su creador” (pág. 491).
Podemos preguntarnos: ¿Cuáles son las “pretensiones de la materia” que el Espíritu, Dios, anula al revelar nuestra verdadera naturaleza como hijos de Dios? No pueden ser otra cosa más que aquello que sugeriría que hay vida e inteligencia en la materia, como la enfermedad, la escasez o la insatisfacción; en resumen, todas las formas de limitación.
Cuando nos enfrentamos a un problema o a una situación delicada, el reconocimiento sincero y profundo de que Dios, el Espíritu, gobierna todo el universo suprema, perfecta y armoniosamente nos libera de la limitación, y saca a luz las soluciones apropiadas. Pero ¿cuáles son las características de estas soluciones; son limitadas, temporales, poco confiables? ¡De ninguna manera!
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