Me quedé con mi tía mientras mis padres estaban fuera por trabajo. Era la primera vez que permanecía fuera de casa por mucho tiempo sin mi mamá y mi papá.
Un día empecé a toser mucho. Durante unos días lo ignoré, pero luego los síntomas se volvieron tan intensos y dolorosos que no podía dormir por la noche. Puesto que he asistido a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana desde pequeña, mi primer pensamiento fue orar sobre esto. Así que llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana de mi ciudad, en Chandigarh, para que orara conmigo. Ella me recordó “la declaración científica del ser” en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy (pág. 468), y me animó a leerla y comprenderla mejor, lo que traté de hacer.
Mi tía estaba preocupada por mí, y como no es Científica Cristiana, quería que tomara medicamentos. Pero le dije que deseaba confiar en Dios para sanar. Como ella ya se había enterado de las curaciones que mi familia había tenido a través de la oración, me apoyó y no me volvió a pedir que tomara medicamentos.
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