“Si Cristo es rico, ¿puedo yo ser pobre?” dice en parte un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana (John Ryland, N° 224, según versión en inglés). Es una pregunta que invita a la reflexión.
Con temores sobre la falta de provisión, de salud y de la bondad en general en nuestros sistemas políticos, quizá queramos considerar el alcance ilimitado de las palabras y obras de Cristo Jesús. Las curaciones de Jesús demostraron a “Dios con nosotros”, o “Emanuel”, y mostraron que “para Dios todo es posible” (Mateo 19:26). Él constantemente ilustraba las grandes capacidades de Dios como Amor, al vencer todo sentido de carencia, pecado, enfermedad y muerte.
La Ciencia Cristiana saca a relucir la ley que respalda la obra sanadora de Cristo Jesús, una ley que revela que Dios es infinito, ilimitado; un poder sanador y una presencia que supera todo caos, duda y temor. Esta ley también revela que tenemos una relación directa con el infinito, con todo lo que Dios es. De hecho, somos Su imagen y semejanza (como revela la Biblia), por lo que podemos esperar que nuestra relación inseparable con Dios —nuestra unidad con el Amor— se manifieste de infinitas maneras prácticas y sanadoras.
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