Estoy muy agradecida por una curación física que tuve hace varios años.
Yo era maestra de escuela primaria en ese momento, y cuando comencé mis vacaciones de verano me inundaron de responsabilidades y cambios. Tuve que comenzar los preparativos para trasladarme a un grado y aula diferentes en el siguiente año escolar; pronto daría la bienvenida a mi hija y a su joven familia a nuestro hogar durante seis meses, y yo continuaba sirviendo como Segunda Lectora de los servicios dominicales en mi iglesia.
A medida que avanzaba mi segunda semana de vacaciones, me desperté un día con un fuerte dolor en las articulaciones y las piernas, y apenas podía subir y bajar un corto tramo de escaleras para dejar salir al perro. Cuando me senté a leer la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, miré mi pierna y vi una alarmante picadura de insecto. Vivíamos en un área boscosa que nuestro perro exploraba constantemente, y por lo que sabía de la enfermedad de Lyme, me parecía que yo estaba experimentando los síntomas asociados con ella.
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