En octubre de 2019, me desperté en medio de la noche con la repentina sensación de que todo mi cuerpo estaba fallando y yo estaba a punto de morir. Esto llegó sin previo aviso; me había sentido bien el día anterior. Ahora estaba abrumado por el miedo. Desperté a mi esposa y oramos juntos como se nos enseña en la Ciencia Cristiana; afirmamos que Dios es la única Vida infinita, de modo que Dios es mi vida. Debido a este hecho, me di cuenta de que no estaba en peligro y podía estar seguro y sin temor con ese conocimiento. Pude descansar un poco más esa noche, pero al día siguiente parecía haber perdido el control sobre mis funciones corporales.
Inmediatamente, le pedí ayuda por medio de la oración a un practicista de la Ciencia Cristiana. Había experimentado otras curaciones significativas y confiaba en sanar ahora. El practicista fue amoroso y firme.
Pero durante el mes siguiente, no pude salir de la casa en absoluto, perdí peso rápidamente y apenas dormía. Tengo un trabajo de tiempo completo desde casa y mantuve mi horario hasta cierto punto, y me tomé tan solo una semana libre. Hubo algunas ocasiones más en las que pensé que estaba a punto de morir. Aunque nunca había pensado que debía rendirme a la muerte, sentí tristeza y culpa ante la perspectiva de abandonar a mi esposa.
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