¿Puede Dios satisfacer nuestras necesidades en circunstancias formidables cuando nuestros recursos habituales están fuera de nuestro alcance? Considera la experiencia del rey David, quien se vio obligado a huir de Jerusalén por la rebelión armada de su hijo Absalón.
La Biblia relata que David y sus partidarios pusieron su campamento cerca de una ciudad llamada Mahanaim, donde fueron amablemente provistos por hombres que “trajeron a David y al pueblo que estaba con él, camas, tazas, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, garbanzos tostados, miel, manteca, ovejas, y quesos de vaca, para que comiesen; porque decían: El pueblo está hambriento y cansado y sediento en el desierto” (2 Samuel 17:28-29).
¡Qué abundancia! Dios derramó Su amor sobre David y sus hombres de una manera que trae a la mente Salmos 78:19 (LBLA): “¿Podrá Dios preparar mesa en el desierto?”.
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