A lo largo de la Biblia, Dios promete que Lo conoceremos, y encuentro que la práctica de la Ciencia Cristiana cumple esta promesa. Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana —las leyes de Dios que Cristo Jesús demostró en su misión sanadora— nos hacen cobrar consciencia de que Dios nos promete la perfección presente y de la posibilidad de ver que esta promesa se manifieste en nuestra experiencia diaria.
Sin embargo, el pensamiento popular y la teología a menudo enseñan que, si bien Dios es infinito, Él es un misterio. Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, contradice esto en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “El paganismo y el agnosticismo pueden definir a la Deidad como ‘el gran incognoscible’; pero la Ciencia Cristiana acerca a Dios mucho más al hombre, y hace que se Lo conozca mejor como el Todo-en-todo, para siempre cercano” (pág. 596).
Dios se conoce mejor no a través del intelecto humano, sino a través del sentido espiritual o la percepción espiritual, inherente a todos nosotros como Su imagen y semejanza. Esto hace que las promesas bíblicas cobren vida. La Sra. Eddy vio claramente que las promesas que se encuentran en toda la Biblia son buenas, eternas, universales y demostrables aquí y ahora para cada hombre, mujer y niño, en todas partes. Un estudio de la Ciencia Cristiana muestra que Dios siempre está comunicando Su naturaleza del todo buena a través del Cristo, Su ideal espiritual, que se nos manifiesta de maneras que somos más capaces de comprender y demostrar allí donde estamos en nuestro crecimiento y comprensión espirituales.
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