Hubo un momento en mi vida en que las mareas de luz y Verdad me venían tan suave y fuertemente a través de la Ciencia Cristiana que confirmaron que estaba en el camino correcto.
Crecí en un hogar de la Ciencia Cristiana y había recibido muchas de las enseñanzas fundamentales que provienen del pastor de la Ciencia Cristiana: la Biblia junto con Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. Y para cuando me fui a la universidad había tenido muchas curaciones mediante la oración. No obstante, sentía que practicar la Ciencia Cristiana era más mecánico que sincero y más un deber familiar que un privilegio. Cuando estaba en la universidad, cuestioné si la Ciencia Cristiana era para mí, y dejé de practicarla por muchos años. Sabía que siempre estaba ahí, pero comencé a explorar otros sistemas de pensamiento, tratando de encontrar algo que me diera un sentido significativo de la existencia.
Por fuera, mi vida parecía ideal, con carrera, familia y éxito. Pero a medida que pasaba el tiempo, mi vida no podría haber sido más opuesta a la ideal, y me sentía agotada por dentro. Sin embargo, Ciencia y Salud dice: “Los desafíos son pruebas del cuidado de Dios” (pág. 66). Ciertamente tenía mi cuota de desafíos.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!