Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Mis preguntas fueron respondidas en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 21 de agosto de 2023


Cuando era niña, asistía a la Escuela Dominical de una iglesia cristiana. A medida que crecía, comencé a hacer preguntas y realmente quería entender las cosas más profundas de la vida. Especialmente quería comprender los conceptos espirituales y las experiencias descritas en la Biblia.

A los once años de edad, en mi afán por adquirir entendimiento, comencé a hacerle preguntas inquisitivas a mi maestra de la Escuela Dominical. La primera vez que hice una pregunta, me dijeron: “No tenemos el propósito de saber eso”. El domingo siguiente hice otra pregunta más profunda y obtuve la misma respuesta. Esto ocurrió un domingo tras otro. Finalmente, les dije a mis padres que ya no quería asistir a la Escuela Dominical. Estuvieron de acuerdo, ya que ellos ya habían dejado de asistir a la iglesia. 

Un día en la escuela, cuando estaba en séptimo grado, noté a una niña que estaba sola en el recreo. Me acerqué y me presenté, y gradualmente esta chica y yo nos hicimos amigas. A menudo había tratado de hablar sobre temas espirituales con mis otras amigas, pero ninguna de ellas parecía interesada en hablar de tales cosas. Sin embargo, cuando le mencioné conceptos espirituales a mi nueva amiga, comenzamos a hablar sobre ellos. Esto continuó cada día. Después de un tiempo, ella me invitó a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana a la que asistía. Me dijo que podría obtener respuestas a mis preguntas allí.

Tenía que caminar cierta distancia hasta la Escuela Dominical, pero no me importó, y comencé a asistir. Me encantó. Todas mis preguntas fueron respondidas, y las respuestas tenían sentido. Comencé a comprender más acerca de Dios y el hombre. (Aprendí que la palabra hombre se refiere a la verdadera identidad de todos nosotros como hijos de Dios.)

Comencé a estudiar la Lección Bíblica semanal del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana todas las mañanas. Y mi maestra de la Escuela Dominical, al ver mi sincero interés, me dio citas de la Biblia y los escritos de Mary Baker Eddy, quien descubrió la Ciencia Cristiana, para estudiar todas las semanas. Hablábamos acerca de estas citas y la Lección Bíblica el domingo siguiente. Al recordar esto, me doy cuenta de que estaba empezando a sentir el amor de Dios.

Una de las primeras lecciones más importantes que tomé en serio fue buscar el bien en cada persona, sin importar cómo me sintiera acerca de ellos, ya que todos son verdaderamente hijos de Dios. Empecé a buscar buenas cualidades en todos los que conocía y en cada nueva persona con quien me encontraba. Esta perspectiva espiritual de los demás era nueva para mí, y cambió la forma en que me relacionaba con las personas y cómo veía el mundo.

Cuando comencé el octavo grado, algunas cosas que hizo mi nueva maestra de la escuela me molestaron. Los estudiantes que tenían más dificultades con algunas materias eran menospreciados por ella frente a toda la clase. Esto no me gustó. Sin embargo, en lugar de sentirme molesta, decidí buscar buenas cualidades en esta maestra. Cada día en clase, encontraba algo bueno en ella. Por ejemplo, ese año estábamos aprendiendo sobre la Constitución de los Estados Unidos, y reconocí que ella hizo que el tema fuera realmente interesante. Cada día encontraba más y más buenas cualidades para valorar en ella. Al hacerlo, la atmósfera de la clase cambió. La maestra dejó de hablar negativamente a los estudiantes, y la clase se volvió bastante agradable.

Otro cambio fue mi relación con mi madre. Antes de encontrar la Ciencia Cristiana, ella y yo no siempre nos llevábamos bien. Ella tenía un temperamento muy fuerte, y yo sabía cómo colmar su paciencia. Pero como estaba buscando ver más del hijo de Dios en todos los demás, también lo hice con mi madre. Nuestra relación se volvió más armoniosa y comenzamos a llevarnos muy bien. 

Curaciones como estas son ejemplos de los maravillosos resultados de practicar la Ciencia Cristiana. He descubierto que hacerlo mejora cada aspecto de mi vida. También comencé a tener curaciones físicas. 

Recuerdo que un día me desperté con dolor de garganta y debía ir a la escuela. En lugar de saltar de la cama como lo hacía normalmente, me quedé allí y me dije: “Si crees que este dolor de garganta es real, entonces crees que el diablo es real”. Esto no fue porque creyera que hay un demonio, sino porque ahora comprendía que el diablo no existe, a pesar de lo que me habían enseñado anteriormente en mi vida. Para entonces, había estado asistiendo a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana durante unos cuatro años, y sabía que Dios es el único poder, que no hay un poder opuesto, de manera que no podía haber un diablo. El pensamiento que me había venido era tan asombroso que sané instantáneamente. El dolor de garganta desapareció. Salté de la cama con un corazón lleno de gratitud.

Estoy muy agradecida a Dios por guiarme a la Ciencia Cristiana. A lo largo de los años he tenido muchas, muchas curaciones a través de su estudio y práctica. Es maravilloso saber que el miedo, la duda y otras emociones negativas no gobiernan mi pensamiento y sentirme, en cambio, confiada en el poder y la omnipresencia de Dios, que responde a todas nuestras necesidades. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (pág. 494). Mi alegría y gratitud son ilimitadas. Me siento muy elevada con la comprensión del precioso amor de Dios. Gracias, querido Padre-Madre Dios.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más artículos en la web

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.