Recientemente, en un viaje en taxi a la iglesia, tuve una charla que invita a la reflexión.
Surgió el tema de la espiritualidad, y resultó que mi conductor era un ferviente creyente en la reencarnación. Insistía en que cada uno de nosotros tiene un alma personal que continúa la vida en un nuevo cuerpo terrenal después de la muerte; replantada en circunstancias materialmente mejores o peores de acuerdo con el comportamiento anterior. Estuvo de acuerdo conmigo en que la vida es eterna, pero veía esta eternidad como un ciclo continuo de renacimiento en formas físicas cambiantes.
Ciertamente respeté su derecho a mantener estos puntos de vista. Pero cuando el conductor me dejó en la iglesia de la Ciencia Cristiana, me sentí agradecido de escuchar una perspectiva diferente de la vida y la muerte. El tema de la reencarnación no se abordó directamente en la Lección-Sermón de ese día, compuesta de citas leídas de la Biblia y Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. Pero las ideas compartidas explicaban que Dios es Vida y es Todo, y que la muerte es lo opuesto a esta totalidad de Vida infinita y espiritual; por lo tanto, una irrealidad, a la luz de la realidad eterna de la Vida.
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