Una vez, una niña describió con entusiasmo su encuentro con un programa de aprendizaje de computadoras. Explicó que el programa le asignaba un problema matemático y, si lo resolvía, le daba una recompensa.
“¿Cuál es la recompensa?”, le preguntaron. “¡Te da otro problema!”
Muchos adultos comparten la alegría de esta jovencita al asumir nuevos desafíos. Los atletas se esfuerzan por batir su mejor marca personal. Los ingenieros encuentran nuevas formas de hacer realidad el sueño de un arquitecto. “Otro problema” puede ser una recompensa cuando se ve como una oportunidad para crecer y demostrar las capacidades que Dios nos ha dado.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!