Ver cómo el miedo desaparece a medida que nuestro carácter se transforma cambia la vida. Mary Baker Eddy, quien descubrió la Ciencia del cristianismo que Jesús ejemplificó, conocía la importancia de vencer cualquier tipo de temor; ya fuera de un problema físico, un fracaso o cualquier otra cosa.
En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, la Sra. Eddy hace esta impresionante declaración: “Para sanar con éxito, tienes que conquistar tus propios temores así como los de tus pacientes, y elevarte a una consciencia más alta y más santa” (pág. 419). ¿Cómo nos elevamos a esta consciencia más santa que disuelve los temores y nos capacita para ayudar a los demás? Podemos empezar preguntándonos si estamos pensando en nosotros mismos como mortales o inmortales, como esencialmente materiales o como totalmente espirituales y semejantes a Dios.
Cuando pensamos en nosotros mismos como mortales —como seres físicos que nacen, luchan y mueren— creemos que siempre esperamos que suceda algo bueno o tememos que algo malo sucederá. Si, en cambio, pensamos en nosotros mismos y en los demás como inmortales —como hijos de Dios, el Espíritu divino— partimos de la premisa de que todos somos espirituales. Como dijo Jesús en el Padre Nuestro, Dios es nuestro Padre, nuestra fuente. Podemos estar seguros de que las leyes de Dios nos salvaguardan y Su sabiduría nos guía.
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