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Encontrar un sentido más profundo de cristianismo

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 20 de noviembre de 2025


No crecí en una familia de la Ciencia Cristiana. Pero como miembro activo de otra iglesia protestante cuyos miembros amaban la Biblia, creía profundamente en el poder de la oración. No obstante, me enseñaron a resignarme a lo que creíamos que era la voluntad de Dios, ya sea que esa voluntad incluyera la curación física o no, y me resultaba cada vez más difícil aceptar esta enseñanza.

Cuando era joven, luché con una condición física debilitante. Cansada de los efectos secundarios de la medicina recetada, y cada vez más segura de que tenía que haber una mejor manera de vivir como cristiana, dejé de tomar la medicina y decidí mudarme a otra parte del país. Decidí estudiar la Biblia más profundamente y comprender mejor la verdadera naturaleza de Dios y cómo vivir como Su discípula. 

A las pocas semanas de llegar a una nueva ciudad, conocí la Ciencia Cristiana a través de la vida y el ejemplo de un devoto Científico Cristiano. Durante el siguiente año y medio, estudié la Lección Bíblica semanal del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, y asistí tanto a la filial local de la Iglesia de Cristo, Científico, así como a otra iglesia protestante local.

Les hice innumerables preguntas a Científicos Cristianos experimentados en la iglesia y en la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. También estudié la Biblia, leí y releí Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy, exploré biografías sobre ella y leí muchos relatos de curación en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana.

Muy naturalmente, como resultado de este estudio continuo, obtuve un sentido cada vez más profundo del amor de Dios, y de que Su voluntad es solo buena. Me di cuenta de que podía confiar de todo corazón y volverme a Dios, sin reservas. Esta comprensión espiritual más profunda trajo tremenda luz y consuelo, incluida la curación de la condición física de tanto tiempo, así como la curación de amigos y otras personas que me pidieron que orara.

Pronto me hice miembro de la iglesia y tomé instrucción de clase Primaria de un maestro autorizado de la Ciencia Cristiana, y hubo una nueva dirección en mi carrera profesional.

Durante los siguientes años, al trabajar activamente en la iglesia, el estudio continuo y aprender de los ejemplos de Científicos Cristianos de muchos años, tuve más curaciones. Estaba descubriendo cómo apoyarme en Dios mediante la oración para discernir y abordar mejor las necesidades en diferentes circunstancias, y vencer la resistencia a la curación espiritual. Me dio mucha alegría comenzar a recibir pedidos regulares de ayuda de otras personas a través del tratamiento de la Ciencia Cristiana.

Dos pasajes afianzaron —y continúan guiando— mi práctica de curación. El primero, de la Biblia, describe la naturaleza de Dios: “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Juan 1:5). Y el otro, de Ciencia y Salud, describe el poder de Dios: “No existe poder aparte de Dios. La omnipotencia tiene todo el poder, y reconocer cualquier otro poder es deshonrar a Dios” (pág. 228).  

Después de que mi esposo y yo nos convertimos en padres, continué aceptando llamadas para recibir tratamiento de la Ciencia Cristiana. Con dos niños pequeños en casa, quería contribuir con algunos ingresos regulares para el presupuesto de nuestra familia, además de mis ingresos de mi práctica pública de curación de la Ciencia Cristiana a tiempo parcial. Siguiendo mi sentido más elevado en ese momento, completé el papeleo necesario para administrar una pequeña guardería en nuestra casa. Me sentía un poco en conflicto, sabiendo que esto podía hacer más difícil aceptar llamadas para recibir tratamiento mediante la oración, particularmente durante el día.

Esa primera semana en el negocio, nadie se inscribió en la guardería. Al volverme a Dios, me di cuenta de que el mensaje era claro: Debía estar, como dijo Cristo Jesús, “en los negocios de mi Padre” (Lucas 2:49). Para mí, ese negocio tenía que incluir la práctica de la Ciencia Cristiana. No podía haber ningún conflicto entre las demandas de la familia y la práctica de la Ciencia Cristiana, no podía haber una competencia legítima entre ellas. Razoné que, como los discípulos de Jesús, si pescaba “a la derecha”, aceptando un trabajo que bendijera tanto mi práctica como las necesidades diarias de nuestra familia, todos tendríamos lo que necesitábamos.

Nuestra familia todavía se ríe cuando recordamos una noche durante este período cuando mi esposo y yo estábamos orando humildemente por la provisión perfecta de “panes y peces” de nuestro Padre-Madre para cada uno de Sus hijos. Sonó el timbre de la puerta y un miembro de la iglesia nos entregó inesperadamente algunos peces que había capturado. Fue una reafirmación humorística y muy memorable de que podíamos confiar en la provisión amorosa de Dios, día a día.

Ciencia y Salud dice: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (pág. 494). Durante los años siguientes, el Amor divino satisfizo nuestras necesidades humanas. Me proporcionaron varios trabajos a tiempo parcial: enseñar, escribir, ser tutora, incluso un trabajo nocturno en un comercio minorista, todo lo cual me permitió continuar aceptando pedidos de tratamiento de la Ciencia Cristiana, mientras contribuía financieramente al mantenimiento de nuestra familia.

Otro punto decisivo llegó al darme cuenta de que mi objetivo siempre fue servir a Dios, no solo llegar al punto en que estaba lista para anunciarme como practicista de tiempo completo en el Journal. Me di cuenta de que Él conoce nuestros corazones y nuestra disposición a obedecer y servir. Mi trabajo era simplemente servir a Dios con amor y sanar cada tarea o situación —ya sea lavar la ropa, trabajar en la iglesia u orar por los vecinos y familiares— dejando el momento de anunciarme a la provisión y el desenvolvimiento de Dios.  

Mi continuo estudio y crecimiento espiritual, las curaciones de familiares y pacientes, y servir como Lectora en una iglesia filial de la Ciencia Cristiana apoyaron y allanaron el camino. Gradualmente, abandoné todos los otros empleos a medida que la práctica de la Ciencia Cristiana llenaba naturalmente mis días. Pronto siguió el anuncio en el Journal.

Junto con la alegría de ser testigo, a través de las curaciones, del trabajo de Dios, también hubo momentos de temor y carga. Seguí aprendiendo que todos esos “qué pasa si” deben ser reemplazados con firmeza y fielmente por “lo que es”: lo que es cierto acerca de Dios y el hombre como hijo de Dios. El trabajo de curación, en cualquier forma que tome, no consiste en arreglar o resolver algo, sino en presenciar lo que Dios es y está haciendo. No es ser un experto personal. Los discípulos de Jesús eran sanadores, y me encanta recordar que discípulo significa estudiante. Estoy agradecida de ser un estudiante de tiempo completo de la Ciencia del Cristianismo, comprometida a trabajar con Dios, sobre los asuntos de nuestro Padre.

La práctica de la Ciencia Cristiana se basa en el hecho espiritual de que Dios es bueno y solo bueno. Como hijo de Dios, cada uno de nosotros puede tomar en serio la promesa de curación de Jesús: “Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10:27). 

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