"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación; el cual nos consuela en toda nuestra aflicción, para que podamos nosotros consolar a los que están en cualquiera angustia, por medio de la consolación con que nosotros mismos somos consolados de Dios."
Hace varios años, al perder a un ser muy querido, quedé inconsolada durante cinco años, hasta que aprendí la bendita verdad de la existencia, según se enseña en la Christian Science. Por medio de la Christian Science—el Consolador—fuí curada de la aflicción de una manera tan perfecta que, al ver desaparecer a otra persona muy querida, no derramé ni una sola lágrima; y no paró en esto, sino que también pude consolar a otros miembros de mi familia que no eran adherentes de la Christian Science. De verdad que, según las Escrituras, Dios "limpiará de los ojos de ellos toda lágrima." Siempre recordaré con gratitud la paciente compresión y el amor de la practicista leal que me auxilió en aquellos momentos.
Sería imposible contar todas las bendiciones que he recibido desde el día que acepté la invitación de asistir a una conferencia sobre la Christian Science. Especialmente agradecida estoy por haberme encontrado preparada para recibir la Palabra, porque aunque me había interesado en las actividades de la iglesia a que entonces pertenecía, sin embargo acepté la Christian Science de todo corazón, y poco tiempo después me hice miembro de La Iglesia Madre y de una de sus ramas.
Unos meses más tarde, se me ofreció un empleo con mejores perspectivas y más oportunidades para ser útil. Incluidas en mis tareas se hallaban las de viajar en automóvil muchas millas cada año, casi siempre sola, dar clases de niños y dirigir la palabra a ciertos grupos de maestras. Por la protección y dirección que me fueron deparadas en muchas ocasiones, así como por la mayor ecuanimidad y capacidad que logré en mi nueva ocupación, siento mucha gratitud hacia Dios.
Durante uno de estos viajes y en un momento en que me hacía falta iluminación y aliento, llegué a conocer a un practicista que más tarde había de ser mi maestro. Incontables son las bendiciones que luego recibí de un curso autorizado de instrucción en la Christian Science, y en la preparación para asistir a las reuniones anuales de esta Asociación.
Un día, mientras me hallaba sentada en mi automóvil, de repente caí enferma. Tan mal me sentí, que no creía posible que llegara a mi casa, distante unas veinte millas, ni que aun me fuera posible pedir ayuda por teléfono. Esta sugestión agresiva fué seguida de la siguiente promesa confortante, del Salmo 23: "Jehová es mi pastor: nada me faltará." Supe entonces que jamás podía estar desamparada, alejada de la ayuda divina, y sané al momento.
Reconozco con gratitud que le debo mi bienestar corporal y mi carácter alegre al poder sanador de la Christian Science, la Ciencia del Cristianismo enseñada y demostrada por Jesucristo, el Mostrador del camino, y descubierta y esclarecida por Mary Baker Eddy. Reconozco el valor y la razón para existir de la iglesia fundada por nuestra amada Guía para protejer y promulgar esta gloriosa Ciencia, y aprecio mucho el privilegio y las obligaciones que son mías como miembro de esta iglesia.
"Jehová es mi fortaleza y mi escudo: en él confió mi corazón y yo fuí ayudado; por tanto se regocija mi corazón, y con mi canción le alabaré."
West Hartford, Connecticut, U.S.A.