Durante ciertos días de fiesta, sufrí un ataque de influenza. Con la ayuda de la Christian Science, pude regresar a mi trabajo después de quedarme en casa un solo día. Durante cuatro días trabajé doce horas al día, después de lo cual regresé a casa con una recaída. El error se manifestaba con tanta violencia, que nadie que no hubiese estado convencido de la eterna presencia de Dios, hubiera creído posible que llegase a mi casa sin novedad. La verdad fué declarada y obtuve tratamiento espiritual a la manera de la Christian Science. La enfermedad se presentó con fiebre, pleuresía, delirio, uremia y neumonía, y se temía que pudiera fallecer. Estuve delirando durante varios días, pero de continuo se le negó toda realidad a la manifestación del error, afirmándose la supremacía de la Verdad. Por fin caí en un sueño muy apacible que continuó, casi sin interrupción, por unas treinta horas. Al despertarme, era bien claro que la Verdad una vez más había triunfado y que el error había desaparecido por completo. Durante toda la enfermedad, fué posible darme de comer y de baber. No hubo un momento de inacción, y no recuerdo haber sufrido por largo rato ningún malestar muy serio. Sin poner completa confianza en la Verdad, esta curación nunca se hubiera podido efectuar.
Cabe mencionar que durante este período tuvimos que emplear a una enfermera para atenderme. Esta enfermera nunca había trabajado con un practicista de la Christian Science, sino más bien con los médicos y las medicinas. Llegó a interesarse mucho en el caso mío, y cuando vió que cada error cedía ante el poder de la Verdad, le causó gran impresión, pues a su llegada no tenía esperanza alguna de que yo pudiera vivir. Antes de partir, se le entregó, a instancias de ella misma, alguna literatura sobre la Christian Science.
Este testimonio no estaría completo si dejara de expresar mi agradecimiento, tanto a Dios por haberle dado aliento a mi familia, como al practicista que trabajó con tanta sinceridad y sin descanso durante toda esta experiencia. También siento gratitud por Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science; por todas las actividades relacionadas con este movimiento religioso; por ser miembro de La Iglesia Madre y de una de sus ramas, y por haber recibido un curso de instrucción en una clase autorizada de la Christian Science.
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