Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

"Entonces les tocó los ojos"

Del número de abril de 1947 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En la página 352 del libro de texto, Science and Health with Key to the Scriptures (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras), Mary Baker Eddy expone las bases sobre las cuales Cristo Jesús hizo las obras que le mostraron ser el vencedor de las limitaciones y malas creencias que restringen, incapacitan y destruyen a la humanidad. He aquí sus palabras: "Para Jesús, no era la materialidad sino la espiritualidad lo que constituía la realidad de la existencia del hombre." Esto se halla en conformidad con la declaración del mismo Jesús, que se encuentra en el Evangelio de San Juan y que dice: "Es el espíritu el que da vida, la carne de nada aprovecha." Sólo en el Espíritu se encuentra la realidad de la existencia del hombre; las ideas de la Mente divina constituyen su identidad, y las cualidades del Expíritu, su substancia imperecedera.

Puesto que la espiritualidad es la realidad de la existencia del hombre, sus facultades son espirituales e indestructibles. El hombre posee estas facultades por reflejo. El ve, porque la Mente divina ve, y oye, porque la Mente divina oye. Esto se pone claramente de manifiesto en Science and Health (pág. 586), donde encontramos la siguiente definición: "Ojos. Percepción espiritual,—no material sino mental." ¿No le da esto un significado espiritual muy importante al relato bíblico acerca de la cura de los dos ciegos, que le imploraron a Jesús que les devolviera la vista? El relato lee como sigue: "Y Jesús les dice: ¿Creéis que puedo hacer esto? Le dicen: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe, os sea hecho. Y sus ojos fueron abiertos." Nótese la actividad mental aquí indicada. La fe de ellos, tocada por la percepción espiritual, reveló la realidad y la perfección de la visión espiritual sin mácula, y disipó la obscuridad de la creencia falsa. Jesús "les tocó los ojos"—les despertó su "percepción espiritual", y ellos vieron.

Hoy en día, la Christian Science nos está tocando los ojos, es decir, despertando nuestra percepción espiritual para que podamos ver. La percepción espiritual sólo ve la perfección de la realidad, y cualquiera puede cultivar esta facultad de percepción, de una manera sistemática e inteligente. Con paciencia y perseverancia, puede negarse a aceptar como reales, los conceptos formados por los sentidos materiales y mentalmente rehusar ver todo lo que no sea la perfección de Dios. Lo que significa que en todo momento y por dondequiera que se nos presenten los cuadros pervertidos de la decrepitud, las deformidades físicas o morales, las enfermedades o decadencias, debiéramos negarles identidad, lugar, causa, o ley alguna, e, iluminados por la Verdad, declarar la perfección siempre presente del Espíritu.

En el Christian Science Sentinel (Sentinela de la Christian Science) del 10 de mayo de 1930, una joven relata haber recuperado la vista, al leer la obra Science and Health en la edición Braille. Hablando de su curación, dijo: "Comprendí que la vista era una facultad de la Mente y que nunca se podía perder. También me dí cuenta que en el libro del Génesis se mencionaba la luz, sin haberse hecho mención previa de la luz del sol. Comprendí entonces que esa luz era la luz de la Verdad. Estando Dios en todas partes, la Verdad lo estaba también, y por lo tanto todo era luz. Todo esto yo lo analicé, y con un poco de esfuerzo me sentí bien recompensada." De verdad que a esta joven la Christian Science le había tocado los ojos—despertado su percepción expiritual—y ella vió.

Otra definición de sumo interés que aparece en el Glosario del libro de texto de la Christian Science, se encuentra en la página 585. Dice como sigue: "Oídos. No los órganos de los llamados sentidos corporales, sino el entendimiento espiritual." Dándose cuenta de la verdad de esta definición, uno dejará de esforzarse vanamente por hacer que los órganos materiales oigan, o para devolverles algo que en realidad jamás han poseído. Más bien tendrá cuidado especial de escuchar, oír y aceptar como veraz solamente la voz de la Verdad, que declara la perfección infinita del ser, y que comprende la facultad indestructible para oír, que tiene el Alma. En la voz de la Verdad no hay tristeza, temor, incertidumbre, ni angustia. La voz de la Verdad nunca se oye en las murmuraciones, ni en los "profanos y vacíos discursos", en las chismografías ni en las narraciones erróneas de cualquiera especie que sea. Cuando a éstas se les presta oído, la verdadera facultad de oír, o sea la percepción espiritual, queda entorpecida.

En la voz de la Verdad hay alegría, serenidad, benevolencia y profunda comprensión. La Verdad habla, en voz clara, de salud, buen ánimo, buen vivir, y bienestar perenne; del amor y la sabiduría de Dios, y de la nobleza y perfección del hombre, Su semejanza. Si uno se dedica consagradamente a escuchar la voz de la Verdad, negándose a oír los voceríos de los sentidos, y si cultiva con inteligencia la "percepción espiritual", encontrará que su capacidad para oír se perfecciona y se afina. Para que esta manera de oír surta efecto, debe hacerse con el deseo sincero y único de escuchar por amor a la Verdad, y no para el provecho humano.

"¡Abre mis ojos, para que yo vea las maravillas de tu ley!" Esta oración del Salmista repercute en muchos corazones, y por medio de la Christian Science, cualquiera puede hallar su contestación. La Christian Science nos enseña a alejarnos de los sentidos físicos, que no son testigos sino de lo irreal, y que ven y oyen únicamente aquello que testifica erróneamente en contra de la Verdad. Estos sentidos nos inducen a buscar en la materia, lo que nunca se puede encontrar en ella. ¿Podrá uno hallar cualidad alguna del Espíritu o facultad alguna de la Mente en aquello que se llama la materia? ¿Tendrá uno que recurrir a la materia para encontrar la inteligencia, el buen juicio, la alegría, la tranquilidad o el poder?

¿Acaso se recurriría a la persona de mayor peso para encontrar una mayor sabiduría, la más alta percepción, o la mente más astuta? Pero, si es veraz la declaración de la mente humana de que la materia es la fuente y la poseedora de estas cualidades, ¿no sería buena lógica creer que mientras más materia uno poseyera, más cualidades de la Mente tendría, y que, a la inversa, mientras menos materia, menos Mente habría? Si tal fuera el caso, bien podríamos observar la báscula con gran interés, y aun con estremecimiento, para ver cuanta inteligencia, alegría, puntualidad, honradez y bondad estuviéramos ganando o perdiendo. ¿No es evidente que la inteligencia y la razón, la revelación y la Ciencia nos mandan buscar en la Mente, y sólo en ella, para encontrar la vida y las verdaderas facultades del hombre, que jamás salen del Espíritu para entrar en la materia, de la Mente a la carne, y que por lo tanto nunca están sujetas a sus limitaciones ni a sus flaquezas?

La Christian Science verdaderamente ha contestado la oración del Salmista. Nos ha abierto los ojos para que podamos ver las cosas maravillosas que proceden de la ley de Dios, no como un idealismo trascendental, sino como una Ciencia exacta. Nos abre los ojos para que podamos ver la realidad de toda la existencia, segura en la substancia de la Mente, serena en la omnipotencia del Espíritu, abnegada en el Amor, gobernada por el Principio, gozando de dicha en el Alma. Así es como se ve con los ojos de la percepción espiritual, y como se oye con los oídos del entendimiento espiritual.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / abril de 1947

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.