Es con un profundo sentido de gratitud a Dios que doy el siguiente testimonio. Hace como doce años que sufrí un severo colapso nervioso. Mucho me ayudó una fiel y consagrada practicista de la Christian Science, quien en todo momento se prestaba a declarar la verdad a mi favor. Permanecí en cama parte del tiempo, mientras que algunos amigos queridos cuidaron a nuestros dos pequeñuelos y desempeñaron los quehaceres domésticos.
En muy poco tiempo sané por completo de este mal, así como del intenso sentido de desesperación que me produjo. Recuerdo especialmente las palabras del himno número 58 del Himnario de la Christian Science, que tanto me ayudaron en aquellos difíciles momentos:
Si Tu espíritu nos llena
no nos herirá el dolor.
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