Es con un profundo sentido de gratitud a Dios que doy el siguiente testimonio. Hace como doce años que sufrí un severo colapso nervioso. Mucho me ayudó una fiel y consagrada practicista de la Christian Science, quien en todo momento se prestaba a declarar la verdad a mi favor. Permanecí en cama parte del tiempo, mientras que algunos amigos queridos cuidaron a nuestros dos pequeñuelos y desempeñaron los quehaceres domésticos.
En muy poco tiempo sané por completo de este mal, así como del intenso sentido de desesperación que me produjo. Recuerdo especialmente las palabras del himno número 58 del Himnario de la Christian Science, que tanto me ayudaron en aquellos difíciles momentos:
Si Tu espíritu nos llena
no nos herirá el dolor.
Este himno me sirvió de fuente constante de fuerza e inspiración.
También quisiera relatar otras dos hermosas demostraciones. Por medio de la Christian Science me fué posible vencer el sentimiento de separación de seres queridos y sobreponerme al diagnóstico médico que me dijo que jamás tendría hijos. ¿Qué haríamos sin la bendita verdad que nos ha sido revelada por nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy? Cada día estoy más agradecida de vivir en un hogar imbuído de las doctrinas de la Christian Science.
Entre las múltiples bendiciones que he recibido, considero de gran valor la de ser miembro de La Iglesia Madre, la de trabajar en varias ramas de esa iglesia, el haber recibido un curso autorizado de instrucción en la Christian Science, y el haber podido servir en la Asociación Benévola de la Christian Science, en Chestnut Hill, Massachusetts.—Jackson Heights, Nueva York, U.S.A.