Hay una pequeña diferencia entre el significado de estas dos palabras, cuyo estudio recompensará bien el tiempo y la atención que se les dedique. El propósito es la cosa que se intenta hacer, mientras que el motivo es la razón para hacerla. El relato de David y Goliat que se encuentra en el primer libro de Samuel, servirá muy bien como ejemplo. Cuando David salió al encuentro de Goliat, su propósito era el de matar al gigante, mientras que su motivo era el de vindicar el cuidado protector de Dios por Su pueblo, como se demuestra a continuación.
El propósito: "Hoy ... te heriré, y quitaré tu cabeza de sobre ti; y daré los cadáveres del ejército de los Filisteos en este mismo día a las aves del cielo, y a las fieras de la tierra."
El motivo: "¡Tú vienes contra mí con espada, y con lanza, y con venablo: yo empero voy contra ti en el nombre de Jehová de los Ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado! ... para que sepa toda la tierra que hay Dios en Israel."
Con estas dos declaraciones, por jactanciosas que puedan aparecer a primera vista, no queda duda alguna sobre lo que intentó hacer David y la razón que tuvo para hacerlo. De esta narración se deduce que para David, que fué llamado mientras atendía el rebaño de su padre, la situación era sumamente sencilla, y mientras todos los demás titubeaban o vacilaban, por temor a las consecuencias, David no abrigada duda alguna. Su propósito y motivo eran claros como la luz meridiana; entonces, ¿por qué titubear? ¿Sí, por qué titubear! ¿Por qué titubea uno a veces? Quizá por la misma razón de que raro es el caso en que los propósitos y los motivos se encuentran en tan perfecta armonía como lo estuvieron en el caso citado.
En la página 326 de Science and Health with Key to the Scriptures (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras), Mary Baker Eddy escribe: "El propósito y motivo de vivir rectamente pueden lograrse ahora. Llegando a este punto, habéis empezado como es debido. Habéis empezado por la tabla de sumar de la Christian Science, y nada excepto una intención malévola, puede impedir vuestro progreso." Por lo tanto, la perfecta coincidencia del propósito y el motivo para que estén acordes, constituye la misma "tabla de sumar de la Christian Science", es decir, el primero y el más simple de los deberes que hay que cumplir. De esto también se deduce que el propósito y el motivo jamás pueden estar de perfecto acuerdo, a menos que se piense y se viva rectamente. En el caso de David no le interesaba el beneficio personal, la envidia ni la agresión, sino solamente el deseo de dar a conocer el hecho de que había Dios en Israel. Su propósito y motivo estando en perfecta armonía, fué dotado con poder casi sobrehumano.
Ahora, consideremos un ejemplo en que el propósito y el motivo no estaban debidamente armonizados, como el que se cita en la parábola del Maestro acerca del hombre rico (Lucas, 12:16). En tiempos de prosperidad, el hombre rico dijo: [Propósito] "No tengo donde pueda recoger mis frutos ... derribaré mis graneros, y los edificaré mayores; y allí recogeré todos mis productos y mis bienes." [Motivo] "Diré a mi alma: ¡Alma, tienes muchos bienes almacenados para muchos años! ¡descansa! ¡come, bebe, huélgate!"
¿Pero, será este un motivo bastante bueno? He aquí un caso en que el propósito y el motivo nunca podrán ser bien armonizados, porque aquí el propósito no es el de vivir rectamente sino la gratificación personal, por lo que el fallo de la Verdad siempre será: "¡Insensato! esta noche tu alma te será demandada."
"Pero", exclama el simpatizador indignado, "si no tenía graneros lo bastante grandes para almacenar sus cosechas, ¿no aconsejaba el sentido común el construirlos más grandes?" Este es el tipo de argumento que emplea el error para sugerir un propósito razonable, como un velo para cubrir su mala intención. Si el motivo es erróneo, no puede obtener en favor de su propósito la espontaneidad ni el poder que acompañan al motivo y el propósito debidamente armonizados.
En la página 371 de Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos), Mrs. Eddy escribe: "El simpatizar en cualquiera forma con el error, es no rectificarlo; pero el error siempre trata de unirse a la Verdad, en la definición de su propósito, a fin de alentarlo." Para descubrir enseguida la intención del error, se debiera estudiar detenidamente el propósito que animaba la vida del Maestro. Quien se propone descubrir la falsificación, debiera familiarizarse bien con el original; y para entender el propósito del Maestro, se requiere un estudio constante de sus dichos y hechos, según se ven relatados en los Evangelios. Haciendo este estudio a la luz de la Christian Science, nos veremos dotados de una confianza y seguridad que no pueden ser obtenidas de ninguna otra manera. Nótese también, que el momento de hacerlo es ahora mismo.
Cuando el propósito está claramente definido y se ve armonizado con el motivo, la timidez y la duda desaparecerán. Algunas personas se asustaron con la fraseología empleada en la declaración que se firmó en Teherán el día primero de diciembre de 1943, por los representantes de las tres grandes potencias. Se sintieron alarmados por la arrogancia de propósito que creyeron observar en aquel documento, pues declaraba que "ningún poder sobre la tierra" podría evitar que los aliados destruyeran las fuerzas terrestres, marítimas y aéreas del enemigo. Pero también señalaba el motivo que apoyaba este propósito, en términos que no dejaban lugar a duda respecto a su justicia: "Reconocemos plenamente la responsabilidad suprema que descansa sobre nosotros y todas las Naciones Unidas, para hacer una paz que cuente con la buena voluntad de la gran mayoría de los pueblos del mundo, y que destierre el azote y el terror de la guerra, por muchas generaciones." Si quienes dudaron hubieran recordado la resuelta actitud de David hacia su adversario, hubieran podido advertir que también en este caso, el propósito y el motivo estaban perfectamente armonizados con el principio fundamental del bien y que de consiguiente no había lugar ni para vacilar ni para medir las palabras.
Para el Científico Cristiano que necesite alguna regla que pueda aplicar a su propósito y motivo, a fin de comprobar si están en perfecta armonía, se ha incluido en el Church Manual (Manual de la Iglesia) por Mary Baker Eddy, "Una regla sobre motivos y acciones" (Artículo VIII, Sección 1a), la cual le proporcionará una medida muy fiel para evaluar los propósitos.
La obediencia absoluta a esta regla, le dará al Científico Cristiano la unidad de propósito de un David, más un mejor entendimiento del propósito que rigió la vida del Maestro, suministrándole así el motivo que gobernará todas sus acciones. Se convertirá en un seguidor no solamente de palabra, sino también capacitado para hacer las obras a que se refirió Jesús, cuando prometió que sus seguidores habrían de echar fuera el mal y sanar a los enfermos.