Jamás dejaré de sentirme agradecido a Dios por haberme llevado a la Christian Science. Cierto miércoles por la noche, habiéndoseme pasado la hora para asistir a una reunión de la iglesia a que pertenecía, decidí ir a la iglesia de la Christian Science. Después de haber oído los testimonios que allí se ofrecieron, me vino la idea de que si Dios podía hacer todas esas cosas por los demás, a mí también me podría ayudar.
Unos doce años antes de esa fecha, yo había sufrido dos importantes operaciones del hígado. Aunque estas operaciones se habían considerado de buen éxito, sin embargo seguía con algo en la espalda que no sanaba. Dos veces al día tenían que hacerme unas curas, y aunque los médicos eran muy considerados y amables para conmigo, me dijeron que la herida de la espalda seguiría supurando y que nunca sanaría.
Después de haber acudido a aquella reunión del miércoles por la noche, seguí interesándome cada vez más por la Christian Science, y cuando llegué a ver que Dios era mi Vida, y que mediante el poder del Amor y la Verdad me podía curar, quedé sanado.
En su obra Science and Health (Ciencia y Salud), Mrs. Eddy dice (pág. 162): "Los experimentos han probado el hecho de que la Mente gobierna el cuerpo, no sólo en un caso, sino en todo caso. Las facultades indestructibles del Espíritu existen sin las condiciones de la materia y también sin las creencias erróneas de una llamada existencia material. Aplicando las reglas de la Ciencia en la práctica, la autora ha restablecido la salud en casos de enfermedades tanto agudas como crónicas, en sus formas más graves. Las secreciones han cambiado, el organismo ha sido renovado, extremidades encogidas han sido alargadas, articulaciones anquilosados se han vuelto otra vez flexibles, y huesos cariados han recobrado su estado normal."
Esta cura permanente de la espalda, que tuvo lugar hace nueve años, causó gran sorpresa a los médicos y a mis amigos, ninguno de los cuales tuvo conocimiento alguno acerca de la Christian Science.
También he sido sanado del vicio de fumar, y de las angustias sufridas al ver desaparecer seres queridos de mi familia. Las siguientes palabras, que se encuentran en el himno 146 del Himnario de la Christian Science, expresan admirablemente la gratitud que siento. Dicen así:
En Dios encuentro un magno don,
que ignora la acritud
y brilla, quieto y sin temor:
el don de gratitud.
Quisiera, a la vez, expresar mi gratitud por tener un feliz hogar; por ser miembro de La Iglesia Madre y por poder tomar parte en las actividades de una de sus ramas. Por todo lo que la Christian Science está haciendo a beneficio de la humanidad entera, honda es mi gratitud hacia nuestra Guía, Mrs. Eddy, que le dió la Christian Science al mundo.
Johnson City, Nueva York, U.S.A.