En la página 371 de Science and Health with Key to the Scriptures (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras), nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy, nos dice: "Del mismo modo que los niños atemorizados buscan por todas partes el fantasma imaginario, la humanidad enferma ve peligros en todas direcciones y busca alivio por todas las vías menos la correcta." Estas palabras describen con exactitud mi condición, cuando por primera vez fuí guiada a asistir a una conferencia sobre la Christian Science.
En aquel entonces, me hallaba buscando la manera de librarme del temor a las muchas leyes médicas que pasaban sobre mi hijito, de dos años y medio, por efecto de un accidente que tuvo en el momento de nacer. También estaba afectado en el pecho como consecuencia de una pulmonía, condición que los médicos estuvieron vigilando por más de cinco años.
Aunque poco comprendí de la conferencia, abandoné aquella sala con mucha inspiración. Las verdades que había oído habían elevado mis pensamientos de tal manera, que al día siguiente el niño logró ponerse de pie sin ayuda y, sujetándose de los bordes de la mesa de comer, le dió una vuelta completa. Estos fueron sus primeros pasos. Dos días después, el médico lo examinó, como acostumbraba hacer semanalmente, y lo declaró completamente sano de la enfermedad del pecho. Agregó: "Hoy mismo tenía intención de decirles que tendríamos que llevar a la criatura al hospital, para hacerle una operación, pero veo que esto ya no será necesario."
Desde ese día nuestra familia ha dependido enteramente de Dios, y cuando hemos aplicado la verdad con sinceridad y buena fe, todos nuestros problemas han quedado resueltos. Bajo el tratamiento de la Christian Science, un caso muy rebelde de tos ferina que tuvo nuestro hijo, desapareció por completo. El sarampión y las viruelas fueron sanadas con rapidez dentro de una misma semana. Un absceso en una glándula se reventó y se eliminó después de tres semanas, sin dolor alguno. Tras un breve período de tratamiento, este mismo dejó de usar lentes que le habían sido específicamente recetados.
Hace como ocho años que yo fuí notablemente curada de erisipelas, que me había producido ceguera total. A consecuencia de esta enfermedad, perdí mucho cabello, pero pronto volvió a crecer, más espeso y más rizado que nunca. Mi esposo se curó de los oídos, luego de visitar a un practicista una sola vez.
Por las incontables curaciones permanentes que he recibido en los últimos doce años, me siento muy agradecida, pero estimo aun más la elevación moral que he experimentado después de cada curación, puesto que, como nos dice Mrs. Eddy (ib., pág. 66): "La aflicción tiene sus compensaciones. Nunca nos deja donde nos encuentra."
Profunda es mi gratitud hacia Dios, por el hecho de ser miembro de La Iglesia Madre y de una de sus ramas, por nuestras escuelas dominicales, que les están enseñando a los niños la verdad inalterada, y por las cariñosas e incansables obras de nuestros practicistas. Mi sincero deseo es dejar que mi luz resplandezca para llegar a ser digna del nombre de "Científica Cristiana."
Drexel Hill, Pennsylvania, U.S.A.
Me es muy grato verificar el testimonio dado por mi esposa y, a la vez, expresar mi agradecimiento por las muchas curaciones y bendiciones que venimos experimentando por medio de una mejor comprensión de la Christian Science.—