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El perdón, a la manera de Cristo

Del número de julio de 1950 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Probablemente no hay nada tan vital para la paz del mundo como el ejercicio de esa tan rara virtud llamada el perdón. Sus demandas llegan al mismo corazón de la humanidad. La fiel demostración de la tolerancia y el perdón cristianos es esencial si se han de evitar los peligros de los cataclismos aun mayores que amenazan desencadenarse.

Es en verdad curioso que los hombres se esfuerzan por obtener la paz mientras que en sus corazones abrigan enemistad hacia los demás. La paz, al igual que la caridad, debe primero experimentarse en nuestra propia consciencia antes de que pueda hallar eco entre los que contienden. Cuando el perdonar nos parece difícil, ¿no es acaso porque olvidamos que nuestro ser verdadero y el de nuestro hermano son uno con Dios? Las sensibilidades se hallan en estado de tirantez e indignación a causa de la creencia mortal de la vida en la materia, y esa sensación de tirantez e indignación sólo puede ser subyugada mediante la sagrada influencia del amor imparcial de Dios hacia todos Sus hijos. El poeta Pope ha dicho: “El errar es humano; el perdonar divino.” La eterna unidad de Dios, el Espíritu, y Su semejanza, el hombre espiritual, asegura el perdón en toda ocasión en que Su ayuda es solicitada y Sus mandamientos son obedecidos.

El mundo puede que contemple como señal de debilidad el acto de perdonar, sin embargo no se puede perdonar un profundo agravio sin antes haber orado sinceramente, apoyándose sin reserva sobre la sabiduría y el Amor divinos. Quien ha sido capaz de sobreponerse a una sensación de amor propio, cuando el orgullo, la injusticia y el resentimiento reclamaban el desquite por algún agravio sufrido, ha hecho grandes progresos en lo que ataña a la fuerza moral. La obediencia a Dios requiere una completa renunciación de la voluntad humana, y la comprensión de Dios y de Su perfecta ley de justicia y misericordia inevitablemente revela que los agravios no son reales porque no son justos. Cuando se percibe esto, el perdón seguirá como una consecuencia natural.

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