Yo emprendí el estudio de la Christian ScienceEl nombre dado por Mary Baker Eddy a su descubrimiento (pronunciado Críschan Sáiens) y que, traducido literalmente, es la “Ciencia Cristiana”. en el año de 1930, después que mi madre había fallecido de hemofilia y los médicos habían declarado que yo heredaría esta enfermedad. En aquel entonces yo sólo sabía dos cosas acerca de la Christian Science: la primera, que su Dios es Amor; la segunda, que según los Científicos Cristianos no hay mal ni enfermedad que no se pueda curar.
Las Lecciones Bíblicas me aportaban mucha inspiración. Cada semana revelaban nuevas verdades, lógicamente explicadas en el libro de texto “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy, Descubridora y Fundadora de la Christian Science. Lo primero que me causó mucha alegría fué el enterarme de que Dios es la Verdad. Cuando supe además que cada testimonio que aparece en nuestros periódicos es concienzudamente verificado antes de publicarse, me puse a estudiar cuidadosamente los testimonios en los que se relataban los notables frutos de la Christian Science.
Deseando curarme de anemia, recurrí al libro de texto y con la ayuda de la Concordancia hallé el pasaje donde Mrs. Eddy habla de la sangre, y que dice (pág. 376): “Al enfermo pálido, de quien declaráis que se está agotando de consunción de la sangre, debe decírsele que la sangre nunca dió vida y nunca la puede quitar,— que la Vida es el Espíritu, y que hay más vida e inmortalidad en un solo motivo bueno y una sola acción buena, que en toda la sangre que jamás haya corrido por venas mortales, simulando un sentido corporal de vida.” Este pasaje se convirtió en mi constante guía. Cada mañana me proporcionaba una nueva oportunidad para corregir mis pensamientos y vencer un falso concepto del yo. Poco a poco me volví más caritativa, tolerante y bondadosa, purificándoseme los pensamientos. Tres años más tarde pude pasar satisfactoriamente un examen para obtener una póliza de seguro, y entonces supe que me hallaba completamente curada. ¡Cuán feliz y cuán agradecida me sentí en ese momento! Había aprendido a amar espontáneamente, sin pensar en mí misma o en un interés personal.
También fuí sanada de una infección a la garganta cuando logré vencer el temor a la muerte y aprendí que el dolor no nos puede dañar y que los alimentos no son lo que sustentan, sino que Dios es nuestra Vida. Lo admirable de esta curación fué que no tuve que afrontar ningún período de convalescencia. A los cinco días había vuelto a mi trabajo.
Para alcanzar un cierto grado de comprensión de lo que es la Vida y la inmortalidad tuve que dedicarme a un largo y cuidadoso estudio, con la ayuda de las Concordancias. El gran privilegio de instrucción en una clase autorizada de la Christian Science virtió mucha luz sobre este tema y sobre muchos otros. Con gran reverencia expreso mi gratitud por esta bendita experiencia.
El deseo de ser un buen Científico Cristiano trajo consigo el anhelo de ser un buen estudiante de la Biblia. El estudio de la Biblia me ha hecho conocer los países, pueblos, costumbres y promesas de que se hablan en este sagrado Libro, capacitándome para leerlo más inteligentemente, junto con mi libro de texto. A medida que he estudiado estos dos libros, poco a poco la superstición, el temor y la confusión han ido desvaneciendo, y he aprendido más acerca de mí misma como hija de Dios, creada a Su imagen y semejanza. En Isaías (32:17) leemos: “Y la operación de la justicia será la paz, y el resultado de la justicia, calma y confianza para siempre.” A través de los años, el estudio me ha proporcionado cierta medida de calma y confianza, salud y tranquilidad.
En la página 323 de nuestro libro de texto leemos: “Contemplando las demandas infinitas de la verdad, hacemos alto,— esperamos en Dios. Luego avanzamos, hasta que el pensamiento ilimitado se adelante, extasiado, y la concepción desencadenada extienda sus alas para remontarse a la gloria divina.” Esta sagrada visión capacita al Cientifico Cristiano para mirar más allá de la confusión y el desengaño que ofrece este mundo, hacia el gozo y la alegría de la vida y los pensamientos espiritualizados.
Estoy humildemente agradecida por todas las bendiciones de que ahora gozo merced a los conocimientos de la Christian Science que he adquirido por medio de las conferencias, los periódicos, las salas de lectura y el privilegio de ser miembro de una iglesia filial.—Rochester, Nueva York, E.U.A.