Al terminar la primera guerra mundial yo regresé a casa muy enfermo corporal y mentalmente. Poco después de haber regresado me sometí a una operación severa que fué más prueba aún para mi física y mentalmente. No tuvo éxito esa primera operación y me confrontaba otra nueva operación. El estado de mi salud era tal que de someterme a la segunda operación yo temía perder la razón, pero como estaba todavía en servicio militar poco podía yo decidir a ese respecto.
A ese punto se me presentó la Christian Science y un practicista empezó a hacerse cargo de mi caso. Casi inmediatamente cambió la actitud de los médicos sobre el particular. Desistieron de la operación que se proponían hacerme y me dieron de baja en el Ejército.
Mi salud mejoraba rápidamente y pude volver a trabajar. Pero me quedaban períodos de tensión mental que de cuando en cuando me parecían abrumadores. A pesar de eso, yo me adhería a la Christian Science, sirviendo activamente a la Causa a través de los años, trabajando en la iglesia.
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