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Reuniones en la Extensión de La Iglesia Madre que siguieron a la Asamblea Anual de Junio de 1955

Del número de octubre de 1955 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Christian Science Sentinel


Junta de Frutos de los Periódicos

[Síntesis de las alocuciones pronunciadas en esa junta celebrada a las 10 a.m. del 7 de Junio, cuyo texto íntegro aparece en inglés en el Christian Science Sentinel ]

Carta de Salutación de La Junta Directiva de la Christian Science

Queridos amigos:

Os damos la bienvenida cordialmente a esta junta en pro de nuestros periódicos. Vais a oír la historia siempre nueva del fruto gloriosamente rico de estos mensajeros que van por el mundo trimestral, mensual, semanal y diariamente llevando la preciosa semilla.

La fundación de estas publicaciones periódicas, como todas las otras actividades de la Causa fundada por nuestra Guía, es el fruto de su consagrado escuchar y obedecer los mandatos de Dios. Mary Baker Eddy percibía prescientíficamente la misión que desempeñarían estos periódicos al llegar a los de corazón hambriento, y sus adeptos tienen la oportunidad y el feliz privilegio de apoyar y ensanchar obra tan grande.

En muchas partes del mundo se palpa hoy una ávida receptividad al mensaje de la Christian Science. Este es el terreno en el que, regado y abonado por el Amor divino, la semilla ha de germinar y rendir una cosecha cada vez más copiosa de esperanza, fe, curación y regeneración entre los humanos. Dice Mrs. Eddy (Miscellaneous Writings, pág. 14.4): “Como en la historia de una semilla, así lleve nuestra siembra terrenal fruto que exhale la inspiración del vino vaciado en la copa de Cristo.”

Sinceramente,

Mensaje Tónico de los Fideicomisarios de La Sociedad Editora de la Christian Science

De nuevo nos reunimos en nuestra Junta anual de Frutos de los Periódicos.

Usualmente los frutos connotan estación otoñal, cuando la fruta y los granos se recogen en el alfolí en reserva para el invierno improductivo. Pero para el Científico Cristiano, los frutos corresponden a la primavera, con su promesa de ganancias en aumento.

Como lo vamos a oír en esta junta, el Científico Cristiano recuenta los frutos a fin de cobrar valor con las curaciones y el progreso logrados en lo pasado, y mira hacia lo futuro a la expectativa de una esperanza y un presagio siempre engrandecientes de lo que le reserve el porvenir.

Aunque la Sociedad Editora puede mirar hacia el año pasado sólo para agradecer haber sido guiada por nuestro Padre, nunca deja de fijarse en el incentivo siempre presente de que las cosas pueden hacerse mejor y serán hechas mejor. La perfección espiritual se logra medrando.

El que escribió el Génesis atribuye a Dios estas palabras (1:28): “Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra.” Este asunto de la fecundidad y la producción era de importancia vital en el desierto que era la tierra de Israel. Las lluvias tempranas y las tardías, los arroyos y las fuentes, los posos al lado de los senderos surcados por los camellos eran motivo de gratitud a Dios por sus múltiples bendiciones. Para aquella gente sencilla, lo poco era mucho. La rala parquedad de la naturaleza los atraía a Dios en el sentido primitivo y genuino tan necesario para la demostración práctica de la fecundidad espiritual.

Este hecho culminante salta a la vista cuando uno lee la Biblia: que a los que en ella se destacan por haber estado habitualmente conscientes y animados espiritualmente de una manera directa, nada les hacía falta. Ellos reconocían la abundancia de la provisión y los recursos como una ley tan natural como el aire que respiraban o la luz del sol que los calentaba. Lo natural que es en sí el bien hasta en los corazones de las multitudes despertaba esperanzas en el poder y la voluntad de Dios para proporcionarles abastecimiento adecuado. Los discípulos disponían de cuanto les era menester. Tenían lo que necesitaban cuando lo necesitaban. Jesús vestía con túnica inconsútil, la prenda de los acomodados. Lo suficiente y lo cabal eran tan naturales como la buena salud.

El año pasado hablamos de la visión y la inspiración como ingredientes necesarios para la fructificación. Este año deseamos añadir el valor de la luz. Sea que estemos sirviendo en La Iglesia Madre o en el Campo en general, nosotros todos pedimos diario al Padre más luz espiritual, más seguridad de que El nos guía. Mary Baker Eddy dice (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 503): “La Mente divina e inmortal presenta la idea de Dios: primero, en luz; segundo, en reflejo; tercero, en formas espirituales e inmortales de belleza y de bondad.”

Los hombres anhelan la luz. Necesitan la luz de la Verdad para que los guíe en la confusión actual. El mundo tiene atroz urgencia de más inteligencia, más luz espiritual.

Con esa esperanza, y apremiada por las exigencias que pasa, La Sociedad Editora de la Christian Science y todos sus obreros por todas partes se esfuerzan por dejar la mezquinidad del provincialismo y los puntos de de regenerar al mundo. “¡Alzad, oh puertas, vista restrictivos procurando, a la luz de la Mente, ver al mundo entero como el Campo de la Christian Science y a todos los humanos como hermanos.

Hoy necesita el mundo este esfuerzo que tiende a desprendernos del modo de pensar dogmático, obstinado, intolerante. Adoptando más aún esta actitud, beneficiaremos también al Campo de la Christian Science. Intolerancia es egoísmo que se ha inflado a plenitud. En esta era de apropiativa presunción a todos nos incumbe cerciorarnos bien de qué sea lo que nos impulsa — el mal o el bien. Este desprendernos de todo modo de pensar restrictivo es la mira esclarecida que da impulso a cada número de nuestros inapreciables periódicos, incluso The Christian Science Monitor.

Una consagración mayor de nuestros pensamientos aquí y en todo el Campo, nos hará percibir el influjo del poder divino que viene a alentar la Causa de la Christian Science, a la que nos unimos en la solemne obligación de regenerar al mundo. “¡Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotros, portales eternos, y entrará el Rey de gloria!” (Salmo 24:9.)

La Misión de nuestro Periódico Diario

En un sentido simbólico, The Christian Science Monitor puede compararse con una nave gigantesca cuyas velas Mary Baker Eddy orientó con indefectible precisión hacia su meta de esclarecimiento espiritual.

Percibiendo la necesidad que tiene el mundo y consagradamente atenta a la voz de Dios, nuestra inspirada Guía fundó el Monitor, declarando: “El objeto del Monitor es no dañar a ningún hombre, sino bendecir a toda la humanidad” (The First Church oj Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 353).

Hablando como corresponsal del Monitor, me acuerdo de que George Bernard Shaw una vez comentó con ingenio característico, que le gustaba citar de lo que él mismo había escrito para dar sal a su conversación. Por lo tanto, en caso de que yo cite algo de lo que yo mismo escribí para el Monitor, ¡ya saben ustedes por qué lo hago! Mi objeto es contemplar la misión de nuestro gran periódico desde el punto de vista ventajoso que ofrece el vibrante Occidente Central.

Trabajando en y fuera de Chicago, donde se cruzan las carreteras nacionales, somos testigos de una parte del abundante fruto del Monitor que se logra obedeciendo devotamente la visión prescientífica de Mrs. Eddy. Emana de la labor de la organización entera del Monitor— de sus representantes a cargo de los editoriales, los anuncios y la circulación, de nuestros valientes obreros voluntarios así como de otros leales colaboradores Científicos y no Científicos, que en sus oraciones y en la práctica prestan su apoyo a nuestro diario en todas partes del mundo.

Sir Anthony Edén, de Inglaterra, es uno de los muchos que han visitado el Occidente Central y que han hablado de nuestro periódico en términos elevados. Dijo que él ve el Monitor con regularidad en Londres y que lo considera una de las fuentes de información más confiables en la escena americana, añadiendo que, en efecto, “Hemos venido a confiar en él como foco de noticias británicas también.” Luego nos relató que leyó ante el Parlamento inglés un reportazgo del Monitor sobre cierta situación inglesa, porque halló que era el relato más exacto a ese respecto.

Entre los otros que han expresado el alto concepto que les merece el Monitor se hallan el notable historiador de Inglaterra Arnold J. Toynbee y el Canciller de Alemania Occidental, Konrad Adenauer; y en la escena nacional Ezra T. Benson, Secretario de Agricultura; el Senador Paul H. Douglas y Paul G. Hoffman.

Estoy seguro que muchos de ustedes están al tanto de los encomios de que fué objeto el Monitor de parte de los líderes del Concilio Mundial de Iglesias que representa ciento sesenta y tres denominaciones, con 170,000,000 miembros en cuarenta y ocho países, y que el verano pasado se reunió en Evanston, Illinois.

Dijo el Dr. W. A. Visser 't Hooft, Secretario General del Concilio, en una carta dirigida al Monitor: “El alcance y la exactitud de cuanto incluye [el Monitor] en sus noticias ... son sin precedente, por lo que sabemos, en cuanto se relaciona con las iglesias y el periodismo.” Y dijo que el Monitor “había capacitado a los delegados, en muchos casos a interpretar la asamblea a que concurrían más eficazmente de lo que hubieran podido por sí solos.” Agregando luego: “Muchos de los que tomaron parte vinieron a los Estados Unidos sabiendo de oídas que el Monitor es uno de los grandes rotativos del mundo, y van a regresar a sus respectivos domicilios con esa impresión ya confirmada.”

Tan impresionados quedaron varios de los pastores Evangélicos con haber sabido cuánto abarcan las noticias mundiales del Monitor, que han instado a sus congregaciones respectivas a que lean este periódico. Uno de los pastores de la zona de Chicago anunció desde el púlpito que los que desearan ejemplares del Monitor los hallarían a su disposición en el foyer de la iglesia. Qué resultados igualmente alentadores pueden haberse logrado, viendo cómo los delegados metían en sus maletas ejemplares del Monitor al volver a sus hogares por todas partes del mundo, pueden sólo imaginarse.

De seguro que estas son señales evidentes de que se logra la misión que Mrs. Eddy previo que tendría el Monitor, y concuerdan con sus proféticas palabras en Pulpit and Press (Púlpito y Prensa, pág. 22): “Todas las iglesias cristianas tienen un mismo vínculo de unión, un núcleo o punto de convergencia, una oración — el Padre Nuestro.” Y sigue diciendo más adelante: “Cuando se derriben las barreras doctrinales entre las iglesias, y la comprensión espiritual y el Amor afiancen los vínculos de paz, habrá unidad del espíritu, y prevalecerá el poder curativo del Cristo.”

Es tal el respeto en que se tiene al Monitor que el cacique de una ciudad que se había rehusado por más de un año a que lo entrevistaran los reporters, le abrió las puertas al Monitor. Un candidato a la Presidencia di vulgo sus planes para lo futuro exclusivamente en nuestro periódico. En una huelga en las minas de carbón, los huelguistas invitaron a que, de entre todos los periodistas presentes, sólo el representante del Monitor fuera admitido a la audiencia privada en que presentaron sus quejas. Un candidato a Senador anunciaba con orgullo, a cada parada que hacía su tren en jira de campaña, que llevaba consigo a un escritor del Monitor. En todo esto se ve que el mundo reconoce qué representa o por qué aboga el Monitor. No es de admirar que los que estamos identificados con este periódico nos sintamos constreñidos a cada hora que pasa a cerciorarnos de que nuestra labor refleje el espíritu del Cristo.

Lo que declaró en tal sentido nuestro Director? Erwin D. Canham, en un memorándum dirigido al cuerpo de redactores o escritores recordándoles el papel que desempeña el Monitor en los tiempos que corren, es aplicable pertinentemente a este modo de allegarnos a las noticias. Dijo: “En estos momentos de grave crisis, se requiere más que nunca que cada renglón de The Christian Science Monitor lleve tan completamente como sea posible el mensaje sin igual de la Christian Science. No basta ser un experto periodista.”

Dijo asimismo Mr. Canham que la Junta de Fideicomisarios de La Sociedad Editora de la Christian Science habíase mostrado profundamente al tanto de que a eso nos reta la situación actual y nos llamaba de nuevo la atención al vasto armamento espiritual que poseemos en la Christian Science y que debemos poner vigorosamente al servicio de la civilización del mundo. Así es que los escritores del Monitor se enfrentan constantemente con la provocación de escribir sus reportazgos a la manera positivamente edificadora y curativa del Científico Cristiano, y hacerlo así de un modo inteligible para los demás.

El Monitor halla un suceso de fortaleza humana en un desastre causado por un huracán y saca a relieve los elementos de la ilustración en una disputa entre el trabajo y el capital. Expone los males de la embriaguez a la par que aboga por la abstinencia. Señala la justicia humana en la desegregación de que se trata en el Sur de los Estados Unidos recomendando al mismo tiempo que se lleve a cabo gradualmente. Anuncia que la facultad médica ha encontrado una vacuna contra la polioencefalitis intercediendo simultáneamente por que se deje en libertad al hombre para escoger el poder superior de la oración a fin de evitar o curar los males. Trata de la política desde el punto de vista de la mira adoptada por Mrs. Eddy de apoyar al gobierno que sea justo.

Si alguien quiere saber hasta qué punto el mensaje de la Christian Science llega al mundo o se hace sentir en él, produciendo efecto, el simple ejemplo siguiente que ocurrió en Boston puede darle una respuesta parcial. La oficina de allí publicó en el Monitor un artículo acerca de la obra que está llevando a cabo la internacionalmente conocida Organización Cooperativa Americana de Remesas a Europa, distribuyendo mercancía sobrante a los necesitados allende el Atlántico. Resultado: se recibieron aproximadamente 100,000 pedidos de mercancía con importe promedio de seis dólares cada uno, mandándose así al extranjero unos 7,270,000 kilos de comestibles. Dió también por resultado que el organismo antedicho invitara al escritor del artículo a que hiciera un viaje de tres meses alrededor del mundo para que escribiera describiendo las actividades humanitarias de la Cooperativa.

La Junta Directiva de la Christian Science describió sencilla e inteligiblemente en una carta escrita a uno de los lectores del Monitor la norma de nuestro diario en estos términos: “El Monitor aboga por lo que es bueno y contra lo que no es bueno. Nunca está ni en favor ni en contra de persona alguna — como persona. Nunca tiene por mira amoldar los puntos de vista de sus lectores, sino que procura ayudarles a que ellos desarrollen sus propios puntos de vista. Cuando al examinar cuidadosamente la situación de que se trate les parece a los que forman el cuerpo de redacción del Monitor que constituye un tema a discusión claro o bien definido de si debe o no debe ser, de si a la luz de la Christian Science es o no es en beneficio verdadero de la humanidad, el Monitor no vacila en exponerlo. Pero aun en tales casos los redactores del periódico procuran no pensar por el lector, sino ayudar todavía al lector a que piense por sí mismo.”

En vista del apoyo que necesita el punto de vista del Monitor, ¿no es mucho más comprensible por qué escribió Mrs. Eddy en una carta publicada en Miscellany (pág. 352 a la 353): “Mi deseo es que cada Científico Cristiano y todos los que de más sea posible se subscriban a nuestro periódico diario y lo lean?”

Aunque nos regocijamos al ver el rutilante reconocimiento de que es objeto nuestro diario, ¿estamos alerta contra las zorras pequeñas, las diversas formas de argumentos que tratan de estorbarnos para que no apoyemos a este genial persuadidor de hombres que viene leudando el pensamiento del mundo, preparándolo para las más profundas verdades que encierra el libro de texto de la Christian Science, Ciencia y Salud.

Contemplando las excitantes tareas que nos esperan, todos los que apoyan al Monitor con sus oraciones y con sus esfuerzos pueden cobrar ánimo al considerar el monumental éxito que ha logrado ya. En esta era en que ya se siente el poder de la Verdad manifestándose en un resurgimiento religioso universal, podemos confiadamente esperar que, otra vez en las despabilantes palabras de Mrs. Eddy (Miscellany, pág. 12): “Lo que sea necesario hacer, pero por lo pronto no pueda hacerse, Dios prepara el modo de llevarlo a cabo, mientras que lo que pudiendo hacerse ahora, lo dejamos sin hacer, aumenta nuestra deuda a Dios.”

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