“Jehová ha consolado a Sión, ha consolado todas sus desolaciones; y ha convertido su desierto en un Edén, y su soledad en jardín de Jehová; regocijo y alegría serán hallados en ella, acciones de gracias y voz de melodía” (Isaías 51:3). Esta promesa y sus bendiciones han sido mías mediante mi estudio y aplicación de la Christian Science, que me fué presentada cuando mi vida era en verdad un páramo, un desierto sin esperanza ni gozo por tener mi salud quebrantada y sin poder atender a mis obligaciones caseras. Después de dar a luz a mi hijo quedé inhábil para andar y sufrí varias complicaciones que los auxilios médicos no pudieron curar.
Fué entonces cuando un estudiante de la Christian Science vino de visita al lugar en que yo vivía aquí en México y me habló del poder curativo de esta Ciencia. Me dieron a leer algunas de las publicaciones autorizadas de la Christian Science, y en ellas encontré la verdad que enseñaba nuestro Ejemplificador del camino, Cristo Jesús. Cuando acabé de leerles mi salud comenzó a mejorar, recobré el movimiento de mis piernas y pude andar otra vez normalmente.
Poco después me trasladé a Inglaterra, y allí comencé a ir a una filial Iglesia Científica de Cristo y a estudiar la Lección-Sermón en el Cuaderno Trimestral de la Christian Science. Con la ayuda de un practicista sané completamente de otras afecciones físicas.
Cuando más tarde regresé a vivir en México en un lugar muy lejos de toda Iglesia Científica de Cristo, me consolaba y me ayudaba mucho la definición que da Mary Baker Eddy de la palabra “Iglesia” en la página 583 de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” y con el tratamiento en ausencia que me dió un practicista sané en pocos días de fractura en una muñeca.
Cuando andaba de visita en el Canadá hace unos cinco años, me dañé los pies, la cabeza y un dedo pulgar en un accident. Telegrafié solicitando tratamiento, y un practicista tomó a su cargo mi caso. Yo oí cuando un hueso que se me había dislocado encajó espontáneamente en su lugar y otros reajustes internos ocurrieron inmediatamente. Al día siguiente ya pude andar descendiendo por la escalera a la planta baja libre de toda incomodidad con excepción del dedo pulgar. Sanó despacio, pero hallé mucho aliento en el capítulo trece de I Corintios. La revelación espiritual me advino a medida que aprendía a reflejar más paciencia, amor, desinterés, gozo y gratitud por la providencia y el amor de Dios. Eso me trajo el estado normal de mi dedo, probando lo que dice Mrs. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 380): “La Verdad es siempre victoriosa.”
Con el transcurso de los años he venido progresando paso a paso. Mucho agradezco ser miembro de La Iglesia Madre y de una de sus filiales y el privilegio de enseñar en la Escuela Dominical. Esta labor es un gran gozo que ha resultado en muchas bendiciones. Doy gracias a Dios por Su protección, Su amor y por haberme guiado. También a Mrs. Eddy le doy las gracias, porque estudiando la Biblia y las obras de ella me han llovido bendiciones. Deseo expresar mi gratitud profunda a todos los compañeros de trabajo en el Campo nuestro.— México, D.F., México.
 
    
