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La junta vespertina del martes

El texto completo de esta junta se halla a la disposición de las filiales de La Iglesia Madre, a solicitud, en forma de cinta fonorreproductora en inglés, para que la presenten a sus congregaciones. También están disponibles las traducciones al alemán, francés y español escritas a máquina, para las filiales en que se hablen estos idiomas. (Véase el anuncio especial que aparece en el número del Heraldo correspondiente a Julio.)

Del número de octubre de 1955 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Christian Science Sentinel


Nuestro Deber para con la Humanidad

El progreso individual del Científico Cristiano y el de su iglesia local son inseparables del cumplimiento de su deber para con la humanidad entera, según recalcaron los que tomaron parte en esta junta.

Hablaron de la necesidad imperiosa de despertar más aún a la misión curativa universal que corresponde a la Christian Science, habiendo sido el tema de la junta “Nuestro Deber para con la Humanidad.” Los oradores fueron el Presidente James Harry McReynolds, de Dallas, Texas; Mrs. Grace Banks Sammons, de Chicago, Illinois; Herbert E. Rieke, de Indianápolis, Indiana; Mrs. Gertrude Morris Verrall, de la ciudad de Nueva York, y Ralph B. Scholfield, de Londres, Inglaterra.

La nota tónica de la junta era la parábola del Buen Samaritano que se allegó a su hermano herido y necesitado y lo atendió con amor que reflejaba del Amor divino. Los oradores hicieron hincapié en la oportunidad que tenemos de hacer lo mismo dentro y fuera de la iglesia. Indicaron los medios prácticos con que contamos para compartir el bien inconmensurable que hemos recibido individualmente mediante la Christian Science, mencionando ejemplos del ímpetu creciente que tales pasos han aportado a la Causa de esta Ciencia.

De su propia cosecha que ha venido a enriquecer su experiencia como conferenciante en jira por el Oriente Lejano, el Sr. McReynolds afirmó que el poder de la Verdad no se limita a segmento alguno de la raza humana ni lo circunscriben las fronteras de las naciones. Hablando del “Interés universal que Despierta la Christian Science,” llamó la atención al hambre que siente todo el mundo de lo que sólo la Christian Science puede dar y a la oportunidad milenaria que Mary Baker Eddy ha traído hoy a la humanidad con el descubrimiento y la demostración que ella ha llevado a cabo.

Mrs. Sammons se hizo cargo de responder a la cuestión provocativa de "Lo que puede Hacer la Iglesia.” Habló con énfasis de los modos en que las actividades de la Iglesia pueden elevarse al grado de la más alta inspiración, atrayendo así al extraño a nuestra puerta haciendo de la iglesia un centro del Cristianismo dinámico que cura. Cada filial de La Iglesia Madre — dijo — tiene un mensaje que dar capaz de responder a toda necesidad de todos los de la comunidad, explicando que la esencia de ese mensaje es el Amor.

Este mismo tema de hallar maneras prácticas para que funcione el amor que busca bendecir al género humano, resonó en la plática del Sr. Rieke titulada: “Lo que el Científico puede hacer individualmente.” Dilucidó que, con su propio modo de vivir la Christian Science en su experiencia diaria, puede hacer que su luz alumbre a los demás, y lo ilustró relatando lo que le sucedió a un Capellán adscrito a la Fuerza Aérea durante la segunda guerra mundial. Señaló además los modos específicos de compartir extensamente el gozo y el entusiasmo — las “buenas nuevas” — de la Christian Science. Por ejemplo, muchos Científicos Cristianos hallan útil poseer varios ejemplares del libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mrs. Eddy, teniéndolos siempre a la mano para prestarlos a los que lo necesiten.

Dado que toda demostración del bien implica el desvanecimiento de los falsos conceptos de la mente mortal, Mrs. Verrall habló de “Cómo manejar las pretenciones del mal.” Expuso la naturaleza impersonal del mal, y algunas de las mentiras específicas que tratan de desanimar a los Científicos Cristianos, de sembrar entre ellos la disensión o de coartar la misión universal de su religión. Mencionó un caso admirable de cómo se revivificó cierta iglesia filial cuya congregación se diezmaba, cuando se atendió como es debido a la falsa pretensión de criticarse los miembros entre sí.

Y volvió a repercutir el tema de derramar amor hacia nuestros semejantes en la plática final que lo tocó al Sr. Scholfield: “La Importancia del Amor dentro y fuera de la Iglesia.” Afirmó que el nombre de Científico Cristiano debe evocar curación y compasión, nunca indiferencia. Porque la Iglesia nuestra no es de mera predicación, sino de curación. Animados por el espíritu del Buen Samaritano que tan profundamente ejemplificaran el Maestro y la grandiosa obra de la vida de nuestra Guía, nos es dado responder tanto humanitaria como divinamente a la urgente necesidad del mundo.

Así volvió la junta a su punto de partida, la necesidad universal de que se comprenda demostrablemente a Dios como Amor y el deber y la oportunidad que tiene el Científico Cristiano de responder a esa necesidad mediante su propia vida individual, su actividad que le asigne su iglesia y con su amor curativo hacia toda la humanidad.

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