Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

LA CONTINUIDAD DE LA BIBLIA

[Una serie señalando el desarrollo progresivo del Cristo, la Verdad, a través de las Escrituras.]

Abram: el pionero inquebrantable

Del número de enero de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


De los primeros patriarcas bíblicos, Abram, llamado más tarde Abraham, es, sin duda, uno de los que se destaca. A pesar de que la fecha, y aun el siglo de su nacimiento, son inciertos, existen razones suficientes para creer que vivió por el año 1900 a. de J. C. Habiendo venido de Ur, una ciudad de Babilonia o Caldea, cuyas ruinas han sido identificadas en Iraq, indica su lugar de nacimiento como a unos diecinueve kilómetros del cauce del río Éufrates, y a más o menos doscientos cuarenta kilómetros de su desembocadura.

Las excavaciones arqueológicas han revelado inscripciones que muestran que en los tiempos de Abram, la ciudad de Ur era rica y próspera. Muchos de sus edificios públicos han sido desenterrados también, y son notables en especial las ruinas de un gran templo construido en honor de Sin, divinidad de la Luna. El Talmud contiene una antigua tradición que relata que el padre de Abram, Taré, fabricaba ídolos y que Abram aun desde niño, se opuso a ellos. Se acepte o no la exactitud literal de este relato, prefigura, al parecer, el espíritu de independencia y de verdadera religión que el patriarca había de manifestar más tarde a pesar de los antecedentes evidentemente paganos de su familia.

Con el tiempo, Taré hizo planes para emigrar a la tierra de Canaán, pero en lugar de dirigirse al oeste, unos novecientos sesenta kilómetros, cruzando el desierto asirio, siguió la ruta acostumbrada que era más larga, la cual seguía el valle del río Éufrates hasta llegar a Harán, en la Mesopotamia, a más o menos ochocientos ochenta kilómetros al noroeste de la ciudad de Ur y tal vez a doscientos kilómetros al nordeste de la ciudad de Aleppo. Entre aquellos que acompañaron a Taré estaban Abram y su esposa, que entonces se llamaba Sarai. Taré tenía toda la intención de ir a Canaán, pero su muerte impidió el cumplimiento de su propósito (véase Génesis 11:31, 32).

Su hijo mayor, Abram, le sucedió como guía del grupo y, sin duda, era su responsabilidad decidir si el grupo debía seguir viajando. No se sabe cuanto tiempo permaneció Abram en Harán, mas el llamado que recibió del Señor es de significado eterno y se relata en parte en el Génesis (12:1, 2) en estas palabras conmovedoras: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré”.

Al considerar la prontitud con que Abram respondió a este llamado a la acción, es menester notar el inquebrantable espíritu pionero que le impulsaba y que se demostraba en su disposición a dejar a Ur, que, aunque idólatra, tenía grandes edificios y una prosperidad ya establecida. Ahora, a los setenta y cinco años de edad, lo vemos emprender audazmente un viaje a una tierra desconocida y distante, donde tendría que vivir en tiendas, como también tuvieron que hacerlo más tarde su hijo Isaac y su nieto Jacob “coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebr. 11:9, 10). La fe, la obediencia y la confianza en el sostén divino fueron por cierto los fundamentos de su éxito, como también los de la ciudad espiritual que se le representaba mentalmente; éstas fueron las cualidades que lo hicieron el fundador y el padre del pueblo escogido.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 1974

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.