Dios, la Mente divina, es el sanador en todos los casos. Él es la única Mente, la consciencia perfecta y armoniosa de toda identidad que Él crea.
Reconozca esta gran verdad escuchando humildemente Sus pensamientos. Lo que la Mente imparte silenciosamente llega al que es de corazón tierno y humilde, y produce la salud y la armonía. Sepa que no existe ninguna mente que cause pensamientos de temor y discordia. La Sra. Eddy escribe: “La base de toda salud, impecabilidad e inmortalidad es la gran verdad de que Dios es la única Mente; y esta Mente no ha de ser meramente creída, sino que tiene que ser entendida”.Ciencia y Salud, pág. 339;
Si la enfermedad parece agresiva, reconozca claramente que el dolor y la debilidad tienen un origen hipnótico. Son sugestiones mentirosas de la mente mortal o carnal — una mente que no tiene espacio que ocupar ni ley que la sustente. Rehúsese a ser engañado por esa falsedad. En oración expectante y humilde escuche las ideas sanadoras que el Amor divino, la única Mente verdadera, imparte constantemente al hombre.
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