Si en realidad conociéramos al Amor divino, y reflejáramos este Amor completamente, podríamos sanar cualquier cosa. Podríamos traer cambios en la vida humana que serían comparables a las obras de Cristo Jesús. El amor que expresaríamos no sólo sanaría al enfermo sino también transformaría la vida de las familias, comunidades, naciones y el mundo.
Cristo Jesús conocía al Amor divino. Era su Padre, Dios. Y él demostró que aquel que conoce realmente al Amor, y vive una vida de amor, triunfa sobre todo lo que se oponga a la idea del Amor.
Comenzamos a aprender a amar cuando encontramos la humildad para reconocer cuánto nos falta todavía para comprender totalmente el Amor. Con esta humildad podemos percibir cómo aprender lo que necesitamos aprender en el día de hoy. Y a medida que aprendemos y ponemos en práctica lo que aprendemos, podemos vencer todos los problemas que se nos presentan.
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