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Carta a un hombre de negocios

Del número de enero de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Estimado ...:

Hace algunos días tuvimos que suspender de repente nuestra conversación telefónica, pero recuerdo que usted me estaba contando que tenía dificultades en sus negocios. Estancamiento, problemas de ventas, disminución de los márgenes de ganancias, una zona pequeña, inseguridad del desarrollo futuro, un pesado sentido de responsabilidad — éstas eran algunas de las circunstancias que le preocupaban. Usted quería saber si la Ciencia Cristiana podía ayudarlo en esta situación. Por cierto que sí.

No pude evitar pensar en las palabras de Cristo Jesús: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” Lucas 2:49; Cristo Jesús consagró toda su vida a hacer las obras de su Padre, para que el reino de Dios y Su justicia se hicieran evidentes. En cierta oportunidad les aseguró a sus seguidores que todas sus necesidades humanas serían satisfechas si buscaban primeramente el reino interior del entendimiento espiritual; si se esforzaban por expresar la naturaleza de Dios y hacer las obras de Dios (ver Mateo 6:31–33). De modo que nosotros también debemos ver los negocios como un campo de actividades dispuesto por Dios, que nos ofrece excelentes oportunidades para hacer evidentes las cualidades y capacidades divinamente otorgadas al hombre.

¿Ha pensado alguna vez en la palabra “propietario”? Según la Ciencia Cristiana, Dios es el único creador. El universo, incluso el hombre, pertenece a Dios. Por lo tanto, podríamos decir que Dios es el propietario de todo lo que realmente existe. Desde el punto de vista metafísico, todo pertenece a Dios, y todo lo que pertenece a Dios está al alcance del hombre, por reflejo. Si nos apoyamos en esta base de habilidad reflejada, tendremos entonces lo que es legítimamente nuestro, sin la inseguridad que acompaña un sentido personal limitado de habilidad y de capacidad para lograr algo.

En el mundo de los negocios podemos sentirnos tentados a decir: “Mi poder y mi propia habilidad me han proporcionado éxito”. Entonces cuando las dificultades se presentan, caemos en la tentación de sentirnos aplastados bajo el peso de la responsabilidad que proviene de esta creencia en un creador personal y una habilidad personal. Esto nos recuerda lo que dice Adán en el libro del Génesis: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne”. Gén. 2:23; En oposición tenemos la declaración de Pablo: “¿Ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” I Cor. 6:19; ¿No podríamos nosotros decirnos de la misma manera: “No sabes que tus negocios son un campo de actividad de Dios, otorgado por Dios y que no son tuyos?”

Si consideramos nuestro negocio como una actividad personal, entonces estamos sujetos a las diferentes creencias mortales, tales como fluctuaciones económicas, medios financieros limitados y otras. Sin embargo, si nos aferramos firmemente al pensamiento de que en realidad todo pertenece a Dios, y que, como ideas de Dios, poseemos por reflejo, toda cualidad necesaria en ilimitada medida, nuestro negocio se desarrollará de acuerdo con el plan de Dios. En el plan de Dios no hay fluctuaciones, incertidumbre, falso sentido de responsabilidad, ni orgullo personal.

El rayo de sol no genera la energía, el calor y la luz que expresa. Refleja al sol, su origen. De la misma manera, las cualidades que caracterizan la compuesta idea de Dios no se originan en el hombre sino en la Mente infinita. Como lo dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud: “Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo”.Ciencia y Salud, pág. 468; Y su negocio, su empleo verdadero, está incluido en esta manifestación infinita de la Mente divina.

Lo que usted, como expresión individual del Principio divino, refleja en forma de cualidades y aptitudes divinas, es indispensable para la armonía del universo, indispensable para la cooperación y la coexistencia armoniosa de las ideas de Dios.

La Sra. Eddy dice: “En el orden de la Ciencia, en el cual el Principio está por encima de lo que refleja, todo es una sublime armonía”.ibid., pág. 240;

Para comprender más claramente este orden de la Ciencia y poder demostrarlo en nuestra experiencia humana, debemos razonar constantemente partiendo del Principio. Nuestro punto de partida es siempre la totalidad y la indivisibilidad de Dios, el bien — nunca el problema.

Ahora bien, el orden de la Ciencia está basado en la ley divina. Es un orden eterno que no puede ser depuesto. En el orden divino del ser, Dios y todo lo que Él crea es perfecto y eterno. Aquí existe una perfecta armonía entre el Principio y la idea, entre Dios y el hombre. Puesto que el Principio divino se expresa eternamente a través de sus ideas, usted posee en forma ilimitada el incentivo y el estímulo infalible de la Mente que todo lo sabe, la inteligencia infinita y las aptitudes ilimitadas del Espíritu, la riqueza de ideas del Alma, la inventiva y la perspicacia de la Verdad, los recursos y las energías inagotables de la Vida, la provisión infalible del Amor. Y su negocio u ocupación, de acuerdo con el orden divino del ser, consiste en reflejar estas cualidades y habilidades divinas.

“El Principio está por encima de lo que refleja”. Por lo tanto, su substancia es la actividad pura, ininterrumpida y ordenada por Dios, del reflejo de Dios. Esta percepción espiritual de las verdades científicas del ser, debe ir acompañada de una negación y rechazo de las sugestiones de la así llamada mente mortal — sugestiones de escasez, insuficiencia, limitación, desaliento.

En el orden divino del ser la abundancia es la condición natural del ser. En la Ciencia, la oferta y la demanda están reguladas por la ley divina. La escasez es desconocida. Y para situar nuestra consciencia, incluyendo todos los pensamientos y conceptos que en ella mantenemos, bajo el orden divino, debemos llevar “cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. 2 Cor. 10:5; Si basamos el progreso y la seguridad de nuestro negocio en las ideas divinas, que vienen de Dios al hombre, podemos demostrar entonces en toda circunstancia el orden divino del ser, en el que todo se desarrolla de acuerdo con la voluntad de Dios, el bien.

Ahora considere su problema de una zona pequeña y la inseguridad acerca del desarrollo futuro. Dios es responsable de Sus ideas. Le da a cada idea su individualidad y establece su campo de actividad. Por lo tanto el hombre, como idea de Dios, no depende para su capacidad de trabajo de los pronósticos o estipulaciones económicas favorables o adversas de la mente humana. Todo lo que constituye el hombre, como la compuesta idea de Dios, tiene su origen y su substancia en el Principio divino.

Ninguna idea de Dios existe sin su campo de actividad. Donde se encuentre una idea de Dios también allí y al mismo tiempo está su campo de actividad dispuesto por Dios. Por lo tanto, el campo de actividad no viene a una idea; es un elemento inseparable de la idea, un elemento inseparable de su propia individualidad otorgada por Dios. El dominio de Dios es infinito y, por lo tanto, el suyo también, puesto que es la idea o reflejo de Dios, es infinito, ilimitado, y no está sujeto a restricciones o fluctuaciones.

En cierta oportunidad Jesús dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Juan 5:17. ¿Ha dejado de trabajar su Padre, su Principio divino? No, por supuesto que no. De la misma manera, ninguna puerta ha sido herméticamente cerrada para impedir que usted actúe como el amado hijo del Padre. La dificultad proviene, únicamente, de sentirse tentado a veces a identificar su actividad sólo como una empresa de negocios humana, en lugar de identificarla con la actividad del Principio divino.

Manténgase firme en la verdad espiritual de que todo lo que el hombre es o hace, es, en realidad, el reflejo de la actividad infalible, incesante y eterna del Principio divino, que no depende de fluctuaciones, competencia desleal, escasez ni ningún otro aspecto del mal.

El temor que usted siente desaparecerá a medida que se identifique firmemente con la actividad de este Principio divino y no con una empresa de negocios humana. Dios le abrirá las ventanas de los cielos y derramará bendiciones en abundancia. Encontrará posibilidades nuevas e inesperadas para utilizar las cualidades y las aptitudes que Dios le ha otorgado para bendecir a la humanidad.

Atentamente,

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