Juanita estaba en la clase de ciencias generales; escuchaba atentamente, puso su codo sobre el pupitre y descansó su cabeza sobre la palma de la mano. Su maestra estaba explicando algo muy interesante, y Juanita no quería perder una sola palabra. Sin embargo, tenía dolor de cabeza, no era intenso pero no la dejaba pensar claramente. Por fin terminó la explicación, y la maestra pidió a los alumnos que sacaran sus lápices y cuadernos de ciencias generales.
Dirigiéndose a la clase, la maestra dijo: “Ahora, por favor sigan leyendo las últimas páginas de este capítulo y después escriban las respuestas a las preguntas al final del capítulo. Mañana hablaremos sobre ellas”.
Juanita empezó a leer, pero pronto se dio cuenta de que veía las palabras todas borrosas. No podía pensar en otra cosa sino en ese dolor de cabeza. Le estaba exigiendo toda su atención, de manera que no podía concentrarse en su tarea de ciencia.
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